La objetividad sobre Cataluña y su estrategia de negociación

10 octubre 2012

A raíz de los recientes artículos sobre la independencia de Cataluña (ver aquí, aquí o aquí) y nuestro artículo conjunto en El Mundo sobre su viabilidad financiera a corto plazo, hemos recibido algunas críticas, por primera vez en Sintetia, a nuestra supuesta imparcialidad en el análisis de la actualidad económica. Y no solo eso, sino que además hemos recibido mensajes desde nuestro ámbito personal que se podrían resumir en: “Vaya, no imaginaba que estuvieses tan en contra de la independencia de Cataluña”. Creo que todo esto es una buena oportunidad para una reflexión sobre la objetividad y, en concreto, sobre el tema de Cataluña.

En primer lugar, hagamos un “descargo de responsabilidades”. La opinión que expresaré en el siguiente párrafo es estrictamente personal y, además, no está basada en argumentos de índole económica, que son aquellos en los que me siento más cualificado. Es decir, lo que sigue no corresponde a mi “opinión como economista”, sino a mi “opinión como ciudadano”. Aunque en Sintetia intentamos dejar fuera este tipo de opiniones, creo que la ocasión lo requiere.

Ahí va: estoy a favor de la declaración de independencia unilateral de un pueblo que tenga unos rasgos culturales diferenciales, siempre que la independencia tenga el apoyo interno, una mayoría amplia y sostenida en el tiempo (por ejemplo, los dos referéndums con más del 60% que propone Roger Senserrich). Creo además que un evento así crearía un shock que podría ayudar a la modernización de muchas instituciones de “lo que quedase de España”, al ponerse en evidencia que el proyecto común no es tan atractivo como parecía hace años.

¿Por qué aparentamos entonces con nuestros artículos estar en contra de dicha secesión? Quizás por dos motivos: (i) porque hemos intentado combatir argumentos que no se sostenían esgrimidos por economistas de prestigio y (ii) porque hemos expresado en El Mundo que su viabilidad financiera en el corto plazo es muy difícil, a pesar de que en el medio plazo por supuesto que sería viable. El segundo motivo necesita poca explicación: es nuestra opinión, discutible pero honesta. El primer motivo requiere explicación aparte.

Muchos de nuestros artículos han sido respuestas a argumentos esgrimidos por economistas (generalmente catalanes). Entre ellos destaca, como no, Xavier Sala i Martín. En primer lugar, he de aclarar (de nuevo) que siento una profunda admiración por el trabajo profesional de Sala i Martín. Fue él quien hace años me abrió los ojos ante la realidad de la desigualdad en el mundo (recomiendo este extraordinario resumen por Hans Rosling a partir del minuto 6:10 ), o quien alimentó mi pasión por la econometría y por el crecimiento económico con su genial artículo “I just ran two million regressions”.

Así, hemos creído que el prestigio profesional no debería suplantar la necesidad de un debate riguroso, por lo que hemos respondido cuando economistas de la talla de Sala i Martín (hay muchos otros también prestigiosos, por supuesto) han esgrimido argumentos poco sólidos y cuando los datos no sostenían dichos argumentos. Los humanos somos muy proclives a aceptar argumentos que confirman nuestros intereses o prejuicios y a agrupar nuestras preferencias con las de nuestro entorno –contradecir las opiniones o valores de nuestra familia siempre resulta incómodo-. El mejor ejemplo es el sentir generalizado del “expolio” de Cataluña que realiza el estado, cuando los datos muestran que Cataluña no se aleja de la norma redistributiva del Estado.

Aunque el argumento ya fue abordado con datos a lo largo de la discusión con Sala i Martín, nos gustaría aportar dos nuevas tandas de evidencia:

1. El artículo de Ángel de la Fuente: «¿Cisne negro o pollo del montón? El déficit fiscal catalán en perspectiva«. Su argumento es parecido al nuestro: Cataluña se encuentra dentro de la norma redistributiva, no fuera.

2. Uno de los grandes problemas de España es su Sistema de Financiación autonómico, el galimatías mediante el cual se financian las comunidades autónomas no forales tras haber recaudado todos los impuestos y haber recibido la parte redistribuida desde la Administación Central. Se trata de un sistema kafkiano, por el cual se reciben fondos de distintas denominaciones, cada uno de los cuales fue concebido en su día para tapar un agravio comparativo sin tocar el status quo, y generando a su vez otro nuevo agravio. Se trata de un sistema bastante discrecional y que no trata a las regiones por igual. El resultado lógico es que las comunidades ricas reciban más que las pobres (porque ingresan más impuestos), pero no en relación 1 a 1, sino que existirá un cierto grado de redistribución; es decir, de nuevo una «norma». ¿Cómo sale parada Cataluña en dicho sistema a partir de la reforma de 2009?

La linea negra horizontal divide a las comunidades en dos grupos: aquellas que reciben más que la media y aquellas que reciben menos. Cataluña está, lógicamente, en las que más reciben. Por otra parte, la linea con pendiente positiva muestra la norma, es decir, la relación entre la riqueza de una comunidad y los recursos con que cuenta su Comunidad Autónoma. Y, para la norma existente -dentro de un sistema sin pies ni cabeza, eso sí- Cataluña recibe por encima de lo que le correspondería, dada su renta per cápita.

 Errores en ambos bandos

Lógicamente, en ambos “bandos” ha habido errores en los argumentos. Concretamente, me gustaría criticar un error especialmente absurdo que ha comenzado a aparecer de forma recurrente entre quienes se oponen a la independencia de Cataluña: el del superávit comercial de Cataluña respecto a España. Según dicho argumento, hay que poner el déficit fiscal de Cataluña en perspectiva porque su balanza comercial es positiva: España compra mucho más a Cataluña de lo que Cataluña compra a España, lo cual supone una mayor actividad en Cataluña. Este argumento se basa en dos graves errores conceptuales:

:: La primera diferencia es fundamental: el déficit fiscal se debe a una imposición coactiva (los impuestos) mientras que el déficit comercial se debe a un conjunto de decisiones voluntarias. A nadie se le obliga a comprar Cava catalán en lugar de Champán francés, o un Seat producido en Martorell frente a un Renault producido en Valladolid. ¿Acaso nos quejamos las personas de nuestro déficit comercial particular con Mercadona?

:: En última instancia, se trata de una identidad contable: dado que la balanza fiscal es negativa, es necesario un superávit en el resto de balanzas en términos netos. La mejor forma de comprender esto es un pequeño ejemplo simplificado. Imagina un mundo con dos países, entre los cuales existe una transferencia fiscal constante año tras año. La transferencia fiscal se produce en moneda, que solo es un medio de pago. La única forma en que el país receptor puede hacer un buen uso de dicha transferencia… ¡es comprando bienes al país que se la realiza! Es decir, el superávit comercial es solo la otra cara del déficit fiscal: Cataluña transfiere en términos netos una cierta cantidad de Euros al resto de España… los cuales son usados en comprar productos catalanes –tras tener en cuenta las posibles “triangulaciones” que puedan suceder con el resto del mundo-.

 Una reflexión sobre la estrategia de Cataluña

Por último, me gustaría realizar una breve reflexión – de nuevo estrictamente personal- sobre la forma en que Cataluña está expresando sus deseos de independencia. Como indicaba al principio del artículo, las secesiones han respondido históricamente a diferencias palpables en las características culturales de los pueblos. Y Cataluña está probablemente en disposición de argumentar que así es, dado que posee el elemento diferenciador más importante: una lengua propia. Y seguro que historiadores y sociólogos podrían documentar otras diferencias culturales relevantes, o en su actitud respecto a la vida económica o respecto al grado de igualitarismo que desean, razones que podrían (o no) aconsejar una separación institucional -es mucho más fácil acordar normas de comportamiento con ciudadanos culturalmente similares-.

Por ello, lo que más perplejidad causa de todo el proceso es el argumento único que se está esgrimiendo: la balanza fiscal. De todas las posibles razones por las que se puede solicitar una separación, ninguna parece más desafortunada y menos empática que la de argumentar sistemáticamente que se soporta una mayor carga fiscal por ser más rico. Si ese fuese realmente el mejor argumento, la Comunidad de Madrid tendría incluso más motivos.

Una separación política consiste en expresar que el conjunto de instituciones que nos representan no nos parecen adecuados y que creemos que tenemos una mejor solución, dada nuestra idiosincrasia. De hecho, estas separaciones suceden continuamente de forma informal en países como el nuestro. ¿Alguien se ofende porque los Amish organicen su sociedad de forma privada y sin participar de las instituciones del Estado? Lo dudo mucho. Las diferencias culturales tan evidentes nos hacen empatizar con su reclamación de organizar su comunidad sin injerencias ajenas. Pero, ¿sentiríamos lo mismo si la urbanización “La Moraleja” expresara su deseo de separarse por el tremendo déficit fiscal que soportan con el resto de España?

Creo que mi argumento no necesita más elaboración. Si los ciudadanos catalanes desean independizarse de España y creen que su causa es legítima, lograrían muchos más apoyos si argumentasen a partir de sus diferencias culturales y de su deseo de adoptar instituciones distintas a las de España. Recurrir continuamente al argumento de que eres más rico –y que, por lo tanto, tienes un “saldo fiscal negativo”- no parece una estrategia razonable de negociación, sino que alimenta la imagen del egoísmo como único motor aparente de su petición.

Artículo escrito por Abel Fernández

7 Comentarios

  1. Antonio Martínez

    «a nuestra supuesta imparcialidad en el análisis de la actualidad económica», en todo caso, os acusarán de vuestra PARCIALIDAD, no?

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  2. Abel Fernández

    Antonio,

    Lo que se pone en duda es la «supuesta imparcialidad». Es decir, se nos supone imparciales y se pone la imparcialidad en duda. Eso es lo que quería expresar 🙂

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  3. Paco

    Me parece bien la alusión a «La Moraleja». Ya estoy viendo a los barceloneses del «Paseo de Gracia» pedir la independencia por los mismos motivos.
    En cuanto a la especificidad lingüística, ¿qué decir de los estados (Suiza…)que tienen más de un idioma y funcionan perfectamente?
    La independencia debe basarse en la voluntad contrastada tras largas y razonadas deliberaciones.

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  4. feriurgo

    Creo que el argumento de la balanza fiscal sólo es esgrimido por los que no desean la independencia realmente, los recién llegados al movimiento, que tan sólo buscan un mejor trato general.
    Hay un gran número de independentistas que lo son desde antes de la crisis, que ponen la cuestión sentimental muy por encima.
    Habráque ver a unos y otros cuando finalmente se les ponga en la tesitura de votar por la independencia.

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  5. Gustavo

    Lo que no entiendo es que haya que argumentar que no se está en contra de la independencia de Cataluña para realizar análisis económicos, políticos o químicos.
    Con ese criterio tus argumentos sobre la reducción de la pobreza tampoco serían validos porque de lo que has escrito puede deducirse que estás a favor de reducir la pobreza. Tienes un sesgo y por lo tanto no podrías escribir de modo imparcial sobre la pobreza. Me parece absurdo.
    En las discusiones políticas o económicas lo que se piden son razones o argumentos (no sentimientos), estas razones sin duda apoyara tus sesgo anterior, pero como tales están sujetas a refutación. Si todas tus razones te las refutas y tu encuentras razones para refutar las del otro al final tendrás que cambiar tú idea inicial sobre la independencia. Mientras tanto habrá que seguir dando razones en contra de la independencia (si es lo que defiendes). Y lógicamente una coherencia. El problema del profesor Sala Martín es justamente de coherencia porque alguien que ha escrito todo lo que ha escrito sobre el liberalismo ¿Cómo puede justificar p.e. las políticas de inmersión lingüística en Cataluña?

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  6. Carlos Bellido

    Respecto al déficit comercial decir un par de cosillas:
    1). cuando se emplea el argumento del déficit, lo que se quiere es desmontar el argumento independentista de que Cataluña se empobrece por su pertenencia a España.
    el déficit comercial de España con Cataluña, representa el 12% del PIB de Cataluña. Para hacernos una idea de lo que esto supone, hay que tener en cuenta que el déficit comercial, de España con Alemania apenas supone un 1% del PIB Aleman. Consecuencia: Cataluña no se empobrece por culpa de España, sino que es próspera precisamente por pertenecer a ella.
    2). Si Cataluña contribuye ( léase el catalán medio ) con un 2% de su su renta bruta a la solidaridad nacional y obtiene un superávit comercial del 12% ¿Dónde coño esta el perjuicio?

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  7. EnricG

    Por casualidad hoy he leido este articulo. En el mismo, y en los comentarios anteriores,se habla de «dinero» y «sentimientos». Bueno pues yo les voy a introduir otro concepto: DIGNIDAD.
    Creo que la gran mayoria de catalanes como yo ya no nos importa ni el Concierto Económico ni el dinero, y esto es lo que, creo, no entienden muchos espanyoles y particularment sus partidos mayoritarios (PP y PSOE) y algun otro que està en racha: UPD.
    Señores economistes, el tema es más sencillo que toda la ciència que destilan, tanto los que están en contra de la independència como los que estan a su favor.
    Estamos cansados de España y queremos ser libres. Intentamos la unión con el último Estatut (que costó un montón), se votó en el Parlament de Catalunya, se votó en el Parlamento espanyol (tres pasarle el cepillo, como dijo el Sr. Guerra, ¿se acuerdan?), se montó una campaña por parte del PP en toda España para votar «contra Catalunya» recogiendo cuatro millones de firmes y lo llevaron al Constitucional. No quiero recordarles quien estaba en este Tribunal… A final, cuatro señores fumando un puro en la Maestranza de Sevilla lo amputaron, haciéndolo inservible para nuestro menester como Nación que somos.
    Por cierto, no se recurrió ningún otro apartado igual al de Cataluña que estaba presente en otro Estatutos y…., aparecieron persones como en Valencia que dijeron que querian un Estatuto «igual que el de Catalunya si habian apartados mejores que el suyo. Que

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