Si buscas en Google “work and personal life”—trabajo y vida personal—aparecen casi 600 millones de entradas, la mayoría con consejos sobre cómo mantener el equilibrio entre estos dos aspectos de la vida de cada individuo. Es un problema importante en una sociedad en que la tecnología ha desdibujado los límites entre ambos mundos.
Pero la verdadera dicotomía aparece cuando la gente considera el trabajo como un mal necesario para poder tener una vida digna: Un medio para hacer frente a los gastos de cada día y, en el mejor de los casos, poder permitirse un capricho de vez en cuando. Consideran normal y razonable vivir cinco días a la semana deseando que pasen las horas, para poder disfrutar de los dos días en los que podrán hacer lo que les apetezca. Incluso algunos (y esto me mata) se pasan la vida entera esperando que llegue su jubilación para empezar a vivir.
El caso es que, desgraciadamente, muchos hemos sido educados de esa manera. Desde pequeños nos han explicado que hay que trabajar para vivir (aunque querían decir “trabajar para no vivir”). Cuando nos incorporamos al mundo laboral, esta idea se consolida aún más, porque la mayoría de las empresas todavía tratan a sus empleados como componentes de una cadena de producción en vez de como personas, a pesar de que la Revolución Industrial acabó hace un siglo.
El problema de separar tu vida en dos partes diferentes, la vida personal y la profesional, es que se impone la inevitable necesidad de buscar un equilibrio entre ambas, de forma que puedas tener una vida más o menos feliz a pesar de tu trabajo. Además, implica separar a las personas que conoces en categorías diferentes. Hay personas que pertenecen a tu círculo personal y personas que pertenecen a tu círculo profesional. No son iguales, no las tratas igual y tampoco tienes la misma predisposición para disfrutar del tiempo que compartes con ellas.
Si lo piensas bien, esto no tiene mucho sentido. A lo largo de cada día te relacionas con tu familia, tus amigos, tus clientes y tus compañeros de trabajo, y es necesario disfrutar de todas estas relaciones. No se puede tener una carrera profesional feliz sin tener una vida personal feliz, y viceversa. Cierto es que muchas veces trabajamos con gente que no nos gusta. Mientras que somos nosotros quienes elegimos a nuestros amigos, a nuestra pareja y a la gente con la que pasamos nuestro tiempo de ocio, normalmente no elegimos a la gente con la que trabajamos.
“Elige un trabajo que ames, y no tendrás que trabajar ni un sólo día de tu vida” ~ Confucio
Pero, ¿por qué tiene que ser así? ¿Qué pasaría si pudiéramos disfrutar trabajando? ¿Tan malo es? ¿No sería fantástico levantarse cada mañana con ganas ir a trabajar, con ganas de ir a un lugar en el que nos sentimos bien porque contribuimos a crear un mundo mejor? ¿No debería ser ésta la finalidad última de las empresas? ¿Acaso no seríamos también infinitamente más productivos? Imagina que no tienes que esperar al final de tu jornada o al sábado para sentirte feliz. Imagina que no tienes que esperar a los 65 años (o más, que ya veremos cuando te toca a ti) para empezar a disfrutar plenamente de tu vida.
Hemos de empezar a cambiar esta visión. Distinguir entre vida personal y laboral implica tirar a la basura una buena parte de nuestra vida. En vez de eso, tratemos de hacer lo que nos gusta. Eduquemos a nuestros hijos para que estudien y hagan lo que quieran, no aquello que tiene “más salida”. De todas maneras, al ritmo que ahora cambian las cosas, quién sabe que trabajos van a estar en boga dentro de diez años. Obliguemos a que las empresas del mañana no tengan más remedio que tratarnos como personas si quieren retener el talento y ser competitivas.
La búsqueda del tan ansiado estado de perfecto equilibrio entre el mundo laboral y el personal no es más que una fuente absurda de estrés y frustración. Ese equilibrio es tan sólo un estado mental al que se llega, precisamente, cuando no tienes la necesidad de separar ambos mundos. Si consigues disfrutar de tu trabajo y de tu relación con las personas con las que trabajas, desaparece la necesidad de separar mentalmente el terreno profesional del personal.
“La vida es como una moneda. La puedes gastar como desees, pero sólo la puedes gastar una vez.” ~ Lillian Dickson
Al final, todos vivimos una sola vida. Y la vivimos conectados a mucha gente. Llena tu vida con la gente que te importa y haz las cosas que te gustan.
Para hacer eso, utiliza herramientas que te ayuden y animen a entender tu vida como un todo. Getting Things Done (GTD) es una metodología de productividad personal que no distingue entre tu vida laboral y personal. Para ser realmente productivo debes tener bajo control ambos aspectos. No puedes ser productivo en el trabajo si tu vida personal es un caos, y viceversa
GTD te permite alinear tus acciones de cada día con las prioridades reales de tu vida (tu única vida). Porque, según el momento del día en que te encuentres, tan importante puede ser acordarte de comprar unas flores para regalar a alguien especial como terminar el entregable que habías prometido a tu cliente.
Sobre el Autor:
Francisco Sáez es el creador de FacileThings, una herramienta de productividad personal en la nube, y escribe habitualmente sobre productividad y GTD en este blog.