Quiero detenerme en uno de los aspectos poco abordados en el mundo del management y la gestión: la necesidad de pararse a pensar para hacer mejor lo que hacemos, buscar la excelencia, desarrollar la innovación –nuevos productos, nuevos canales de venta, nuevas aperturas…– y reflexionar sobre la dirección y sentido de nuestras vidas y empresas.
En un mundo tan acelerado donde todo cambia a la velocidad de vértigo, esto de primeras choca, porque parece que pararse a pensar es una pérdida de tiempo. Parece que el que no está en movimiento no está haciendo nada… y no es así. A Henry Ford, empresario del automóvil, y uno de los personajes incluidos en Aprendiendo de los mejores (Alienta, 9ª edición) le ocurrió la siguiente historia.
Henry Ford fichó a un experto en eficiencia para que echara un vistazo por la fábrica y descubriera qué empleados no eran productivos. Aquel consultor hizo su trabajo y finalmente regresó a la oficina del empresario con su informe:
.. He encontrado una persona improductiva. Cada vez que paso cerca de él, lo veo sentado sin hacer nada. Creo que usted debería considerar deshacerse de él.
Cuando Henry Ford oyó el nombre al que se refería el experto, negó con la cabeza y dijo:
.. Imposible. A ese hombre le pago para pensar y eso es precisamente lo que está haciendo.
Aquel hombre, curiosamente, le había ahorrado al empresario muchos miles de dólares por haber desarrollado sistemas eficientes de mejora del trabajo y la productividad. Fue el propio Henry Ford quien decía: «Pensar es el trabajo más difícil que existe. Quizás sea ésta la razón por la que haya tan pocas personas que lo practiquen».
Otro personaje singular de la alta cocina, Ferrán Adriá, nuestro chef más internacional y dueño de El Bulli –cinco veces mejor restaurante del mundo– decía cierta vez: «En los paréntesis crece la innovación. Parar, pensar, planear… Y después producir».
El Bulli cerraba 6 meses al año y sólo abría los otros 6 meses: ¿Fue quizás ese uno de sus secretos? ¿Quizás gracias a esos paréntesis anuales el restaurante de Roses (Gerona) llegó donde llegó? ¿Tal vez es necesario saber parar acertar? ¿Tal vez es esencial reducir para acelerar más y mejor? Durante esos 6 meses, el equipo no estaba tumbado a la bartola, sino estudiando, reflexionando, analizando, probando con una cierta calma y sin las prisas y la inmediatez del día a día. Y es que para aportar valor hay que tener frescura mental.
Charlando en otra ocasión con un directivo experimentado también me confesaba: «Quien sólo trabaja acaba trabajando peor». Y continuaba: «Un buen directivo tiene que ir un poco sobrado de tiempo. La claridad exige distancia. Un directivo que no da más de sí, no puede ser un buen directivo». Acaba estresado, exhausto, quemado y eso lo paga con sí mismo –en su salud y en su mal humor– y con los demás, saltando todo por los aires.
Quizás por eso Aristóteles, uno de los representantes más relevantes de la filosofía –del griego philo (amor) y sophia (sabiduría)–, hace ya más de veintitrés siglos apuntaba: «El exceso de trabajo impide la adecuada contemplación de la belleza y de la verdad».
Así lo pienso también yo, pero no mucha gente lo pone en práctica –y además, a veces, muchas veces, está mal visto– y la mayoría va derrapando en las curvas como pollo sin cabeza –es cool y mola–, y así es fácil que la calidad se resienta, que uno se comporte como un autómata que repite tareas pero con poco margen para la calidad, la mejora, la innovación.
A veces, hacer menos es hacer más, porque produces cosas de más calidad y te las remuneran mejor. Es esencial en nuestra vida equilibrar los tiempos de placer (ocio) y deber (negocio) porque eso nos hace más útiles cuando tenemos que aplicar la energía al trabajo. En Tu futuro es HOY (Alienta, 2ª edición) escribimos: «Los periodos de asueto son fundamentales. Los momentos de ocio no sólo sirven para desconectar, cargar las pilas y tomar perspectiva, sino también nutrirnos de otros inputs que nos enriquecen y nos permiten tener una mirada más equilibrada de la vida. Como decía el poeta húngaro Attilla József decía: ‘Los hombres que no saben divertirse me dan miedo’».
Francisco Alcaide Hernández
Conferenciante, escritor y formador en liderazgo y motivación
Autor del bestseller Aprendiendo de los mejores (9ª edic.) y Tu futuro es HOY (2ª edic)
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