“Si Dios no existe todo está permitido”, sentenció Iván Karamazov en la obra de Dostoievski, Los Hermanos Karamazov. No pretendo analizar esta frase en profundidad —por su complejidad—, pero sí atrapar una de sus interpretaciones: desarrollar una reflexión sobre el concepto de la Verdad. Dime cómo enfocas la verdad y te diré cómo es la gestión de tu organización. Es más, te diré cuál es tu capacidad para seguir innovando. Sigamos a Platón, de lo más abstracto a lo concreto…
Una de las características que se le suele otorgar a Dios es la de poseer la Verdad, la única e inmutable, la que no puede ser discutida (“Yo soy la Verdad”). En este sentido, la Verdad supone la seguridad del creyente, porque sabe (o cree saber) que él, el creyente, está en lo cierto, que sigue el camino correcto, verdadero.
Si Dios ha muerto, si no existe la fuente de la única Verdad, cualquier enfoque, cualquier teoría puede ser válida, puesto que pierde la validez de origen.
Aquí cada uno puede hacer las interpretaciones religiosas que quiera, y todas serán correctas seguramente, pero ese campo no es el objeto de este artículo. Lo que quiero hacer a partir de ahora es reflexionar sobre por qué creo fundamental que seamos capaces de, en determinados momentos y procesos, cuestionar la “verdad oficial” en busca de una alternativa más acertada.
Se dirá que eso ya se hace, que las empresas evolucionan y trabajan adaptándose al entorno y cuestionando la verdad que en un momento dado puede suponer un obstáculo para su capacidad de resiliencia, y es cierto, pero yo voy más allá, Pretendo trasladar la necesidad de aplicar el pensamiento crítico en todos los niveles de la organización, no sólo en la cúspide, como herramienta fundamental para la supervivencia de las empresas y para su excelencia.
Me gustaría empezar reflexionando sobre el concepto de “verdad”. Como es habitual, acudimos a la Wikipedia, que nos dice que “verdad es la coincidencia entre una afirmación y los hechos”. Dicho así parece sencillo, pero no lo es tanto. Podemos encontrar una corroboración fácil en las matemáticas. ¿O no? 2 + 2 siempre van a ser 4, ¿verdad? Bueno, depende, si estamos trabajando en el mundo de los cuerpos finitos, no.
Pues si esto es complicado en un entorno como el matemático imaginemos la naturaleza o, lo que es peor, los entornos sociales. Aquí es donde entra a trabajar también el lenguaje y el matiz. Pensemos en las afirmaciones “los cisnes son blancos” o “el sol sale todos los días por el este”. Dichas afirmaciones no son ciertas: existen cisnes negros (pocos y son raros, pero existen) y hay zonas del planeta donde el sol se mantiene visible durante meses, y en sentido estricto sólo sale dos días el año por el este geográfico.
Por eso es importante que seamos capaces de utilizar correctamente el lenguaje y decir, por ejemplo, que “la mayoría de los cisnes son blancos”. Esto puede parecer ser demasiado puntilloso, pero en ocasiones es fundamental ser conscientes de los detalles y de los matices que implica la realidad, la verdad real.
Muchos procesos de gestión se basan en costumbres que se sustentan a su vez en afirmaciones de trazo grueso, que no tienen en cuenta los matices, y que son estos en ocasiones los que diferencian el éxito del fracaso en una organización.
El modelo de falsación de Popper
Desde mi punto de vista, uno de los modelos de análisis de la verdad, fundamentalmente científica, más interesantes es el de Karl Popper. Para Popper una teoría no es en sí nunca verdadera, sino que es la mejor que tenemos en un momento dado para explicar un determinado fenómeno o la realidad. La clave del proceso está en la falsación.
Así, una teoría que puede estar ahora en uso, no lo está porque sea verdadera, sino porque es la mejor que tenemos para explicar la realidad, porque no ha sido demostrada como falsa, no ha sido falsada. Esto tiene unas implicaciones enormes.
- Nunca podemos dar a una teoría la categoría de definitiva. Da igual que sea la teoría dominante, en incluso la que explique y justifique la realidad, siempre cabe la posibilidad de encontrar una teoría más correcta, más cierta.
- Siempre hemos de estar buscando teorías mejores. Lo anterior nos obliga a estar siempre alertas ante posibles disfunciones de la teoría dominante y encontrar nuevas alternativas.
- Hemos de estar abiertos a cambios en nuestra explicación del mundo y no cerrarnos a las teorías que hoy existen. Nuestra mente, nuestra predisposición ante las teorías con las que trabajamos, siempre está abierta, dispuesta al cambio y no sujeta a dogmatismo teórico.
Siguiendo a Popper, la verdad no existe, y eso, que puede parecer una debilidad es, en mi opinión, una oportunidad de mejora continua, de búsqueda de la excelencia.
Lo que llamamos verdad está en constante revisión, está siendo continuamente atacada y puesta en duda, y eso sólo puede dar como resultado o bien que descubramos que otra teoría es “más verdad” o que consigamos fortalecer la teoría existente porque no somos capaces de desmontarla.
Popper habla de “escepticismo dinámico”. En este enfoque llegamos al conocimiento, pero este no es definitivo, sino que siempre es superado por otro nuevo que lo mejora. Es por eso por lo que Popper etiqueta como falsa la conexión entre “certidumbre” y “conocimiento”.
Mejoramos constantemente nuestro conocimiento, y vamos avanzando en el saber, pero nunca podemos tener la certeza de la perfección de este, siempre hemos de trabajar con la duda metodológica como herramienta clave de nuestra mejora continua. Desde un punto de vista conceptual podríamos encontrar paralelismos entre el escepticismo dinámico de Popper con la destrucción creativa de Schumpeter. En ambos casos se trata de una mejora continua y constante, en la que “lo nuevo” sustituye a “lo viejo” porque lo supera y da mejores respuestas a cambios de la realidad o conceptuales que aparecen.
Como dice Popper, “no hay solamente un conocimiento humano de razón suficiente; también hay un conocimiento conjetural objetivo”, y la unión e intersección de ambos, las tensiones que generan son las que nos hacen mejorar nuestro conocimiento y redefinir constantemente el concepto de verdad (o al menos su materialización en los fenómenos de la realidad).
La verdad formal
Hay otra forma que se suele utilizar para definir a la verdad, la formalidad de su enunciado. Cuando aplicamos análisis de lógica a determinados enunciados podemos llegar a establecer si un enunciado es lógica o formalmente válido. Es cierto que en sentido estricto no podemos hablar de verdad, sino de estructura formalmente válida, pero en muchas ocasiones identificamos esa validez formal con verdad, e incluso nos engañamos aplicándolo a nuestros discursos, lo que en ocasiones levanta una barrera frente a posibles cambios. Pensemos en el siguiente silogismo:
- Todos los hombres son mortales
- Sócrates en un hombre
- Luego Sócrates es mortal
Este es un razonamiento formalmente válido, pero además es verdad. Ahora veamos este otro silogismo:
- Todos los hombres son maltratadores
- Sócrates es un hombre
- Luego Sócrates es un maltratador
Es un razonamiento cuya validez formal permanece, es decir, es formalmente válido, pero no es verdadero. Lo que ocurre aquí es que formalmente podemos decir que si se cumple 1 y 2 (las premisas) entonces se ha de deducir lógicamente 3 (la conclusión).
En este sentido se cumple: si todos los hombres son maltratadores y Sócrates es un hombre, sin duda Sócrates es un maltratador. El problema en este caso es darle el valor de verdad a las premisas sin haberles aplicado un proceso de pensamiento crítico, es decir, sin haber analizado si esas premisas ciertamente son verdaderas.
La verdad de la conclusión depende de la verdad de las premisas, si éstas no lo son no hay verdad en el silogismo, aunque puede ser formalmente correcto.
Este tipo de construcciones y razonamientos lógicos se utilizan mucho para mostrar la verdad de unas conclusiones determinadas, pero dando por confirmadas y ciertas unas premisas que pueden no serlas:
- Si se hace siempre igual es porque es la mejor forma de hacerlo
- Siempre se ha hecho así
- Esta es la mejor solución, no merece la pena buscar una nueva
Este tipo de verdades lógicas paralizan la innovación cuando somos incapaces de analizar adecuadamente las premisas, o estamos en una organización que pone trabas a ese análisis.
Uno de los primeros pasos que han de dar las organizaciones es cambiar su modelo mental y abrirse a posibles cambios en sus estructuras, modelos de negocio, mercados… de modo que se mantengan en un estado constante de resiliencia.
La localización de barreras a la innovación dentro de la propia organización, tanto mentales como de procesos o estructuras es fundamental si queremos avanzar.
La verdad formal no existe, existe la validez formal. La verdad o falsedad de un enunciado como el de los ejemplos depende de la verdad o falsedad de las premisas, pero no de su estructura. Fundamentar nuestra razón en esa estructura es una debilidad que no nos podemos permitir ni como individuos ni como organizaciones, porque implica manipulación y deshonestidad.
De hecho, este tipo de razonamientos pueden dar lugar a paralogismos, es decir, a razonamientos inválidos, pero sin voluntad de engaño. En este caso estamos ante razonamientos honestos, que el que los realiza piensa que son correctos, pero que por su falsedad le impide avanzar y le hace permanecer en la ignorancia sin él saberlo.
Del mismo modo también pueden dar lugar a paradojas o antinomias, razonamientos opuestos, pero aparentemente igual de válidos. Así, cualquier razonamiento silogismo como los que acabamos de mostrar puede ser válido afirmando justamente lo contrario: Ningún hombre es maltratador y Si siempre se ha hecho igual ha llegado la hora de cambiarlo. Lo que también nos mantiene en un estado de parálisis puesto que las discusiones y debates se vuelven circulares al impedir un análisis más allá del formal.
Para el próximo artículo reflexionaré sobre la verdad desde otros puntos de vista y enfoques, y analizaré el impacto que tiene tanto en el pensamiento crítico como en los procesos de innovación y cambio en las organizaciones.