La semana pasada, un sencillo mapa con la tragedia del desempleo en España mostraba el patrón norte-sur de la tasa de paro. Este patrón no es, desde luego, ninguna novedad en ciencias sociales. Es una realidad que se repite para muchísimas variables económicas como la renta per cápita o el nivel educativo. Y aún más fascinante es el hecho de que es un patrón que se repite a nivel internacional, aunque aquí es necesario aclarar que lo importante no es la latitud en sentido absoluto, sino la lejanía al ecuador (fenómeno sobre el que escribiremos en el futuro).
Una de las principales preguntas que surgieron en la discusión sobre dichas diferencias norte-sur se centraba en el papel de la educación. ¿Existen diferencias tan significativas en la calidad de la educación recibida? Quizás estas diferencias podrían explicar las diferencias en la tasa de paro. Las diferencias en la calidad de la educación son difíciles de observar, pero la OCDE realiza periódicamente un examen estandarizado a nivel internacional sobre competencias en lectura, matemáticas y ciencias.
El siguiente mapa muestra el nivel educativo de los estudiantes españoles según el examen estandarizado PISA (2009) según comunidades autónomas:
Los resultados son un promedio de las habilidades de lectura y matemáticas, pero apenas varían si se analizan por separado ambas dimensiones. Las diferencias Norte-Sur siguen emergiendo de forma clara, con Canarias como la comunidad con peores resultados educativos (junto con Ceuta y Melilla, que no se aprecian en el mapa), seguidos por Andalucía, Baleares y Murcia. Tres comunidades llaman la atención por no presentar datos: Castilla La-Mancha, Extremadura y la Comunidad Valenciana, que han elegido no evaluar a sus estudiantes (lo cual indica sin duda un miedo evidente a salir mal parados en las comparaciones).
La media en lectura para el total de España es de 481 frente al 493 de la OCDE, el club de los países desarrollados, mientras la media en matemáticas para España es de 483 puntos, frente a los 496 de la OCDE.
¿Cuán diferentes son los resultados de las comunidades del norte y del sur de España? La respuesta es preocupante: si calculamos las medias por separado (y ponderando por el peso poblacional), las comunidades del norte de España presentan una puntuación media en lectura y matemáticas de 498 puntos (4 puntos por encima de la OCDE), mientras las comunidades del sur presentan una media de 460 puntos… ¡34 puntos por debajo de la OCDE!
Una diferencia de tal calibre es realmente descorazonadora (ver aquí un resumen de los resultados internacionales). Estas diferencias significan que, así como unas comunidades son educativamente modernas, otras presentan resultados más cercanos a los países en vías de desarrollo que a sus propias comunidades vecinas.
Los resultados son demasiado importantes como para sacar conclusiones a la ligera, y existe una amplia línea de investigación (ver ejemplo aquí) que se encarga de analizar dichos resultados y que ha documentado, como era de esperar, que las diferencias socioeconómicas influyen con fuerza en los resultados, lo cual explicaría, considerando los flujos de inmigrantes recibidos durante la última década, parte de las diferencias.
¿Existen diferencias de recursos?
Otra hipótesis podría ser la diferencia entre los recursos que las distintas comunidades dedican a la educación, y la posibilidad de que las comunidades más pobres no puedan permitirse una educación de mejor calidad. El siguiente mapa muestra los recursos educativos (en euros por estudiante no universitario) de las comunidades autónomas de España:
(Fuente: FBBVA-Ivie – “Las diferencias regionales del Sector Público”)
En primer lugar, las diferencias son muy significativas. El gasto por alumno de las tres comunidades que más gastan es un 40% superior al de las tres que menos gastan. Y de nuevo aparece el conocido patrón norte-sur, aunque en esta ocasión tiene matices, pues las comunidades del mediterráneo gastan menos recursos por habitante que el resto. Además, es necesario destacar el caso de la Comunidad de Madrid, que se encuentra junto con Andalucía y Canarias entre las comunidades con menor gasto educativo por estudiante no universitario.
La primera conclusión es que el gasto por estudiante no depende de la renta per cápita de cada comunidad, pues existen mecanismos de transferencia que lo evitan: la comunidad más pobre, Extremadura, tiene un gasto superior a la más rica, Madrid, y equivalente a otras con mucha mayor renta, como Navarra, Cataluña o Baleares.
La segunda conclusión es que el patrón de gasto por estudiante parece replicar bastante bien la estructura de recepción de inmigrantes en España durante el pasado boom económico. Allí donde más inmigración se ha recibido, el gasto público ha reaccionado demasiado despacio y no ha cubierto las necesidades educativas en términos de recursos.
En última instancia, ¿tiene importancia el gasto educativo a la hora de determinar la calidad de la educación recibida? El siguiente gráfico relaciona ambos conceptos y muestra que sí, que existe una relación positiva. Y la relación es cuantitativamente importante: cada aumento del 1% en los recursos destinados a educación está relacionado con un aumento del 0,14% en la puntuación de los estudiantes. Es decir, la diferencia entre estar entre las tres comunidades que menos recursos invierten y las tres que más (un diferencia del 40%) está asociado con un aumento de 27 puntos en los resultados de PISA: una diferencia equivalente a comparar la media de la OCDE con los (pobres) resultados de países como Turquía, Dubai o Lituania.
Aún así, no conviene extraer conclusiones inmediatas y unívocas entre estas relaciones. El problema, como a menudo ocurre en ciencias sociales, es que la causalidad puede correr en un sentido inverso o que puede haber un factor externo causando ambos fenómenos.
En síntesis
Aunque seguiremos explorando este tema, su complejidad nos obliga a detenernos para no introducir demasiadas piezas del puzzle. Las conclusiones hasta ahora parecen claras:
- Existen dos Españas en materia de resultados educativos: la mitad norte presenta resultados ligeramente superiores a los de la OCDE, mientras la mitad sur obtiene unas calificaciones muy por debajo de dicha media.
- Los recursos invertidos en educación están relacionados con los resultados de la misma: la diferencia entre las que menos invierten y las que más es de tal magnitud que podría explicar la diferencia de resultados entre la OCDE y países como Turquía.
- Las diferencias de gasto educativo por estudiante son importantes pero no están condicionadas por la renta per cápita de las comunidades, sino por los flujos de inmigración: el gasto educativo no ha sabido reaccionar al crecimiento de la población.