El pasado lunes 27 de febrero vimos de golpe la magnitud del problema que nos queda por delante. El ministro Cristobal Montoro informaba que el déficit del conjunto de las Administraciones Públicas cerraba año 2011 con un déficit de 91.344 millones de euros, lo que equivale al 8,51% del PIB.
Una barbaridad si tenemos en cuenta que la meta establecida para ese mismo año era del 6% de acuerdo al Programa de Estabilidad 2011 – 2014 del Reino de España. y más todavía si pensamos que esto supone, tras 3 años de duros ajustes, que nuestras Administraciones Públicas gastan casi un 20% más de lo que ingresan.
Ante este hecho, se buscan culpables y se señala, y con cierta razón, al desfase que han sufrido las Comunidades Autónomas, de las que se esperaba un déficit total acumulado de -1,3% y los datos publicados por el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas le otorgan una ejecución real con un desfase de 1,64% más de los previsto, es decir, el 2,94%:
Pero, ¿qué ha pasado en 2011? ¿Se puede decir que es un año perdido en materia de estabilidad presupuestaria? A lo largo de sucesivos artículos vamos a ir desgranando y explicando cómo hemos llegado a esta situación, pero empecemos por curiosa observación.
En el desglose ofrecido para cada una de las 17 CCAA, un total de 8 Comunidades Autónomas han conseguido reducir su déficit este año, mientras que las otras 9 lo han aumentado. Al analizar al grupo de incumplidoras con peor perfil, emerge algo muy curioso: en 2011 se celebraron elecciones autonómicas en 13 de ellas, lo cual podría haber llevado a no anticipar recortes drásticos de gasto público o de aumento de ingresos hasta pasadas las elecciones. Pues bien, parece que hubo situaciones dispares al respecto:
En 4 de las 7 CCAA en que el partido gobernante volvía a ganar las elecciones, el déficit de dicha administración se reducía. En las otras 3 (Comunidad Valenciana, Castilla y León y Comunidad de Madrid) el déficit aumentaba con un gobierno continuista.
Por el contrario, en 6 de las comunidades en las que hubo cambios de partido en el gobierno, en 4 de ellas aumentó el déficit público, y en las otras 2, este se redujo de manera muy ligera (Islas Baleares y Aragón).
Las razones pueden ser varias, entre ellas desde algunas con lógica kantiana frente a interpretaciones más maliciosas. Por un lado, es verdad que, tal y como decía Federico Pablo-Marti en sus comentarios en Nada €$ Gratis, “los políticos en el gobierno tienen una buena apreciación de si seguirán o no en el poder en la próxima legislatura. Si creen que seguirán tienen algunos incentivos para ser cautos en el gasto. En caso contrario intentarán comprar votos con gasto público.”
Otra interpretación sensata puede ser que el cambio de dirigentes políticos supone un largo parón en la frenética toma de decisiones en un periodo de tiempo tan convulso como éste. Es normal que los nuevos equipos de gobierno se tomen cierto tiempo para recabar información sobre el estado de situación y con ella diseñar sus Planes de Gobierno, rehacer sus Cuadros de Mando y reorganizar sus equipos.
Otros motivos, que nos llevarían a conclusiones más escandalosas, serían las vinculadas a la oportunidad de hinchar ligeramente los déficit que la que tendría de haber llevado a cabo una contabilidad mucho más continuista, o la aplicación práctica de la famosa frase de “sacar las facturas de los cajones”.
Si alguna de estas hipótesis sobre rigor presupuestario y elecciones es cierta, vamos a tener que agradecer que durante el año 2012 no se prevean muchas elecciones en España a nivel nacional, regional ni local; quizás así podamos ver algo de luz al final del túnel. Porque, no nos olvidemos, si las Comunidades Autónomas han sido señaladas como las grandes culpables de la desviación del déficit publico de 2011, no lo es menos que también ha habido elecciones nacionales y locales, y que ambos niveles de la Administración se han quedado a mitad de camino de sus objetivos de reducción del déficit público.
Sobre el autor:
Ricardo Pedráz González. Economista.