2017 es un año cargado de significado para el proyecto europeo. No tanto por el pasado (el 25 de marzo se han cumplido 60 años de la firma de los Tratados de Roma), sino por el presente y el futuro.
El Brexit ha tenido el efecto de poner Europa en el centro del debate. En cada una de las elecciones que se celebrarán este año en los estados europeos, los partidos dedicarán una parte importante de su campaña a explicar su posicionamiento respecto a más o menos Europa. Cada victoria, cada derrota, estará llena de significado.
Junckers ha querido aprovechar ese momento, y ha invitado a ser más explícito en esa explicación de “más o menos Europa”. En su Libro Blanco, ha definido cinco posibles escenarios, y en el Consejo Europeo que se celebrará en Bruselas el 14 y 15 de Diciembre de este año, pedirá que cada Estado se retrate, y ponga sus apuestas en una de las cinco casillas. Desde una Europa más federal (más USA, para entendernos), a una Europa reducida a tratados comerciales, pasando por una Europa partida en dos velocidades (los que apuestan por los Estados Unidos de Europa, frente a los que no pueden o no quieren jugar ese juego).
En mi vida profesional he tenido la ocasión de vivir muchos procesos de integración de organizaciones. Alianzas estratégicas, modelos de integración baja o alta, fusiones frías o calientes, parciales o completas… He ido acumulando una experiencia que me acompaña, un sexto sentido que me dice cuando estos procesos van bien, y cuando viajan a ninguna parte…
He leído el Libro Blanco de Junckers con interés, cada uno de los cinco escenarios. Ya sabes que el primer Libro Blanco de la Historia lo encargó Churchill hace casi un siglo para aclararse sobre qué hacer en el conflicto entre judíos y palestinos (la Sociedad de Naciones le encargó que se hiciese cargo, después de la Primera Guerra Mundial). Vistos los últimos cien años de conflictos, no tengo la impresión de que acertaron mucho…
Tengo la impresión de que Junckers tampoco acierta en esta ocasión. En mi experiencia, esto de preguntar a alguien si quiere mandar menos, más o lo mismo, no es demasiado práctico. Porque todos tenemos por dentro un corazón negro, que solo quiere mandar más. Es igual que se lo preguntes a un Director General, que a un Jefe de Estado. Nadie, nunca, quiere mandar menos, acepta voluntariamente entregar la soberanía sobre algo. Solo aceptamos de buen grado procesos de integración si se nos garantiza que, al final, sobre lo que resulte, acabaremos siendo nosotros quienes mandemos.
El Libro Blanco se equivoca, porque hace la pregunta equivocada a las personas equivocadas. Invoca el corazón negro de Europa. “Jefes de Estado de la Unión Europea ¿queréis mandar más o menos?…”.
Supongo que trata de ponerles una trampa, porque si deciden que la respuesta es menos Europa, quedarán como líderes cortos de vista. Si, por el contrario, eligen un escenario de mayor integración, por coherencia tendrán que hacer más concesiones, mandarán menos.
Quedan varios meses para escuchar las respuestas que los Jefes de Estado pronunciarán en el Consejo de Europa, pero estoy seguro que no me equivoco nada si te las resumo con esta frase, que también lleva un color: “Verdes las han segado”. Son palabras educadas, que utilizamos cuando queremos decir “Si esperas que te conteste, mejor espera sentado”.
Europa es hoy un campo de espigas verdes. La promesa de las semillas que se plantaron después de la Segunda Guerra Mundial, abonadas por la sangre de tantos europeos, no ha madurado, sesenta años después.
Así que no servimos ni para alimentar a los refugiados que buscan nuestro asilo, ni para iluminar al mundo en estos nuevos tiempos de gobernanza global, ni siquiera para responder a los europeos. Si no servimos para eso cómo vamos a sostener el estado de bienestar que tanto esfuerzo nos ha costado construir… Ésa es nuestra realidad, la que tenemos delante de nuestros ojos.
Vienen tiempos de sol, me temo, un sol que castigará a muchos. Ojalá sirva para que maduremos. Para que entendamos que quienes sembraron el sueño de Europa hace sesenta años lo hicieron con la esperanza de una cosecha que nos alimentaría en momentos de escasez, como los que afrontaremos en las próximas décadas.
Ojalá nos sirva para entender que la solución de los problemas de Europa no depende de que los Estados manden más, menos o igual. No depende del ancho de línea con el que dibujemos sus fronteras. Depende, más bien, del coraje de los ciudadanos europeos para afrontar un Segundo Renacimiento que el mundo está esperando. De nuestra capacidad de olvidarnos de Libros Blancos, y utilizar en cambio un papel el blanco donde escribir un futuro diferente…