Lo digital, la productividad y las nuevas realidades

6 octubre 2015

Hace poco mi admirado Roberto Espinosa publicaba un interesantísimo artículo en esta casa titulado El final del Gran Estancamiento y el papel de las startups. En él comentaba un libro de Tyler Cowen (The great stagnation) en el que se hablaba de que Internet y la digitalización de la economía no habían supuesto una transformación tan profunda como se esperaba y ponía como una de las varas de medir la productividad que habían generado. No quiero en este artículo contradecir a Roberto en sus afirmaciones y comentarios, pero sí plasmar mis propias reflexiones a raíz de la lectura de su artículo.

Revolucion_digital_Sintetia_Sobejano

Creo que utilizar la productividad como medición del impacto de una transformación (lo diré así, en sentido amplio) en la economía es cuanto menos incompleto. Internet y las TICs están generando un cambio que va más allá del mero entorno económico. Hablar de la economía así, como una isla que se entiende por sí misma sin análisis de “lo que le rodea” nos ofrece una visión muy parcial de la realidad. La economía se da en una sociedad y es esa sociedad la que está cambiando en torno a un elemento clave la información y/o el conocimiento. ¿Por qué digo esto?

  1. Porque los modelos de gestión han cambiado. Con la introducción de nuevos procesos, la aparición de conceptos y modelos como la empresa abierta o la innovación abierta o las nuevas formas de difusión, tanto a nivel interno como externo, de la información permiten la aparición de modelos de gestión más abiertos, más horizontales.
  2. Aparecen nuevos roles en los procesos económicos y empresariales. La creciente importancia del conocimiento como factor clave en la mejora del posicionamiento de una empresa en el mercado y la abundancia de la información que es necesario filtrar han introducido nuevos roles en las empresas como el creador de contenidos; o cambiado algunas formas de entender algunas funciones y departamentos como el de marketing.
  3. Aumento del poder del cliente, que afecta tanto a la propia reputación como a la necesidad de integrarlo en los procesos de la propia empresa, sobre todo en la creación de producto y en la comunicación.
  4. Pérdida de control de la propia reputación, dejando a veces de manera obligada gran parte de la creación de marca en manos externas a la propia organización y cambiando el modelo de gestión en este aspecto.
  5. Nuevos modelos de economía, como Sharing Economy, que si bien no se puede considerar como un modelo nuevo, sí que ha tenido un crecimiento exponencial gracias a las TICs, generando una serie de empresas que aprovechan esas tecnologías y etiquetas pero que están en la periferia de este tipo de economía social, como son el caso de AirBnb o Uber. Estos nuevos modelos de economía facilitan la participación de la población entrando en las fases de producción y no quedando como meros clientes.
  6. Mayor impacto de la microsegmentación, y no sólo como destino de venta, sino como parte de la gestión. Grupos pequeños y cohesionados (asociaciones, comunidades…) pueden afectar los resultados de las empresas dependiendo de cómo gestionan la información que son capaces de generar y captar sobre ellas.
  7. De la captura de la información a la gestión del conocimiento. Ya no es importante poseer el dato, sino gestionarlo. La información no es importante en cuanto que se posee, sino en cuanto que se utiliza y se transforma en conocimiento, y eso no todas las empresas parecen estar capacitadas para gestionarlo y ni siquiera comprenderlo.
  8. Globalización de la gestión. Ya no es que las empresas participen en mercados globales, es que se gestionan globalmente, de modo que puedo tener perfectamente programadores hindúes, fabricantes chinos, acuerdos con centros tecnológicos noruegos y centralizar la dirección en España.

Cuando Zygmunt Bauman habla de la sociedad líquida en la que nos encontramos de lo que trata es de hacer hincapié en una realidad cambiante, donde los roles y valores están en constante transformación y, del mismo modo, la tecnología ayuda a acelerar esos procesos. Ya he dicho en alguna conferencia que lo que transforma las sociedades no son las tecnologías, sino las mentalidades de las personas y el uso que las personas hacen de esas tecnologías. De nada sirve una tecnología si no se utiliza o si se utiliza mal. Dice Roberto en su artículo: “Las tecnologías realmente transformadoras son las que han significado un cambio fundamental en cómo se hacen las cosas”, y desde mi punto de vista las TICs han generado un cambio absoluto en los modelos de negocio y en el valor de las empresas. No olvidemos que una empresa como Apple cambió toda la industria discográfica gracias a Internet y las TICs.

Pero hemos de estar preparados para esa transformación, que es en lo que creo que estamos fallando. Porque una cosa es que tengamos la capacidad y otra cosa es que no se esté desarrollando todo el potencial que la economía digital ofrece. Y es que lo primero que hemos de aceptar es que seguimos con una mentalidad analógica en muchos de nuestros procesos empresariales. Ya lo dije cuando hablé de recursos humanos, a veces aplicamos la tecnología sin estar mentalmente preparados para usarla.

Desde mi punto de vista la introducción de Internet y las TICs están suponiendo un cambio más profundo que la introducción de la electricidad por una sencilla razón, afecta a nuestra manera de pensar más que a nuestra manera de hacer. Es cierto que en una primera fase Internet y las TICs sólo han potenciado lo que ya existe, pero su capacidad transformadora afecta a nuestras maneras de gestionar la información y el conocimiento, desplazando la importancia, como ya he comentado, de la acumulación a la gestión y transformación de la información.

Lo digital está teniendo un impacto socioeconómico claro, más allá del impacto en las empresas y en la economía, y eso hace que cualquier análisis meramente económico sea limitado. La productividad, aparte de ser una medida engañosa (se puede ser más productivo porque trabajamos mejor y producimos más o porque producimos lo mismo pero somos menos) que se ha de contextualizar, creo que ha de adaptarse para comprender el nuevo escenario, donde los trabajadores del conocimiento no son más importantes porque generen más ideas, por ejemplo, sino porque las ideas que generan son más importantes. El matiz es clave.

Como dijo Manuel Castells, autor de la monumental La era de la información, “[Internet…] constituye la base material y tecnológica de la sociedad red, es la infraestructura tecnológica y el medio organizativo que permite el desarrollo de una serie de nuevas formas de relación social que no tienen su origen en Internet, sino que son fruto de una serie de cambios históricos pero que no podrían desarrollarse sin Internet“.

No estamos en un cambio económico, ni siquiera en un cambio tecnológico, estamos en un cambio estructural de toda la sociedad, un cambio de realidad donde las reglas del juego anteriores no valen, donde los modelos se han quedado obsoletos y donde las creencias se han quedado desfasadas. Hasta los sistemas económicos y políticos han dejado de estar claros. ¿Capitalismo? ¿Capitalismo intervencionista? ¿Federalismo centralista? ¿Economía real frente o junto a economía especulativa? No me digan que no es fascinante.

Artículo escrito por Juan Sobejano

Fundador de Innodriven, consultor de innovación en Innolandia y profesor

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