Hace unos dos años, a raíz del RDL de febrero de 2012, también llamado “Guindos 1”, publiqué un artículo en “Expansión” que titulé “El penúltimo saneamiento”. Un buen amigo, hombre del oficio, me dijo con sorna: “Querrás decir el antepenúltimo”. Se quedaba corto.
El RDL bautizado como “Guindos 1” desvelaba la existencia de deficiencias de capital por 54.000 M€, adicionales a los 15.000 que un Real Decreto Ley de Elena Salgado había hecho aflorar por primera vez en febrero de 2011. Nada menos que con una demora de tres años y medio después del desencadenamiento de la crisis internacional. Tres meses después de “Guindos 1”, se promulgó el RDL llamado “Guindos 2”, que exigía provisiones genéricas adicionales por 30.000 M€. Casi simultáneamente, vino el diagnóstico de Bankia, que identificaba 23.000 M€ de pérdidas, en parte ya incluidos en “Guindos 1” y “Guindos 2”. Después vino el diagnóstico adicional de Oliver Wyman, que añadía otros 60.000 M€ de carencia de capital en el sistema. Todo ello en 2012.
Resulta que mi amigo se quedaba corto al llamar “antepenúltimo” al saneamiento prescrito por Guindos 1.
Ya en 2013, llegó la revisión de las refinanciaciones, que habría de aflorar nuevas necesidades de provisiones, aunque todavía insuficientes.
También en 2013 llegaron las disposiciones españolas relativas a los activos fiscales diferidos (DTAs), que eximían a las entidades españolas de la norma europea que exige darlos gradualmente de baja como capital hasta 2019. Se venían así a validar como capital 40.000 M€ de activos fiscales, sobre los 60.000 M€ que venían integrando contablemente el capital del sistema. Solo la diferencia sería objeto de reducción gradual. Todos estos activos son diferentes partidas contables o gastos considerados anticipados que permiten esperar exenciones fiscales sobre posibles beneficios futuros, por considerarlas como gasto deducible durante un largo periodo.
“Objetivo cumplido”, decía la sabiduría convencional: la banca española, a diciembre de 2013, cumplía los mínimos exigidos por la normativa europea. Se suponía así que la reforma financiera estaba concluida y el sistema estaba listo para las dos evaluaciones que el BCE y la Autoridad Bancaria Europea han de efectuar sucesivamente en 2014. Vale.
Pero, ¿está realmente saneado el sistema financiero español? Es decir, ¿representan el capital normativo y los resultados públicos lo que yo llamo “glóbulos rojos”? Me refiero a la sustancia económico-financiera, es decir, al “dinero”. Porque es precisamente con dinero con lo que se remuneran los pasivos, se pagan los gastos generales, se adquieren activos fijos y… se conceden créditos. Es más, el objetivo principal del capital regulatorio es asumir pérdidas futuras. Pues bien, con la clara excepción de Bankia y, a distancia, Mare Nostrum, buena parte del capital normativo del sistema no conlleva dinero. ¿Qué es lo que ocurre?
El capital normativo actual está compuesto en buena parte por partidas que son simples apuntes contables. Entre ellos destacan los siguientes:
:: Las abundantes plusvalías de activos no realizados, que fueron afloradas artificialmente durante el ingente proceso de fusiones de cajas.
:: Los referidos activos fiscales diferidos (DTA), tanto los bendecidos como capital por las autoridades españolas, como los abocados a una lenta baja gradual por normativa europea.
:: Los “fondos de comercio” negativos o diferencias entre el valor contable de entidades adquiridas y el precio pagado por ellas.
:: Las abundantes reservas alimentadas con resultados contables producto de activos indebidamente clasificados como “normales” y, por tanto, no provisionados. O producto de activos clasificados como “subestandard”, refugio donde gestores y supervisores clasifican buena parte de los llamados “dudosos subjetivos” y que requieren provisiones mínimas. Sirvan como ejemplo la enorme cartera de créditos hipotecarios refinanciados o “novados”, generalmente a largo plazo, así como no pocas operaciones con empresas no inmobiliarias, grandes y pequeñas.
:: Las reservas dotadas con intereses contabilizados pero no cobrados en los referidos créditos maquillados como “normales” o “subestandard”, que, además, no eran provisionados. Así como en la masa de créditos cubierta colectivamente por provisiones genéricas y no caso a caso.
Con los resultados ocurre lo mismo que con el capital. Con la diferencia de que los resultados de las operaciones en España ya son muy escasos, deficitarios y no necesariamente sostenibles. Solo se salvan por conceptos atípicos: las ventas no recurrentes de activos con plusvalías (R.O.F. o “resultados de operaciones financieras”), los márgenes resultantes de la compra de deuda pública con los préstamos del Banco Central Europeo (carry-trade). También se salvan por los resultados netos de las participaciones bancarias en el extranjero de aquellas entidades que las tienen.
Así se llega a los resultados públicos. Pues bien, parte de estos resultados, de por sí precarios, tampoco contienen glóbulos rojos. Tampoco son dinero. Veamos:
1.- Como ya se ha explicado, los resultados contables se ven engrosados por la importante cuantía de provisiones omitidas, principalmente en la cartera hipotecaria y en créditos a numerosas empresas, tanto grandes como pymes.
2.- Los intereses de activos dañados indebidamente contabilizados como “normales” o “subestandard” o de los dotados colectivamente con provisiones genéricas tampoco son dinero.
3.- Los resultados consolidados de participadas que son superiores a los dividendos recibidos de ellas.
4.- También se usa la puesta en equivalencia de participadas para apuntar resultados pendientes de realizar.
5.- Los referidos DTA, que también aportan resultados, pero solo son contables.
En este contexto, concluyamos este breve análisis con dos hipótesis para la reflexión.
La primera hipótesis – que no tesis – es la siguiente. ¿Cómo se explica que en Nova Galicia Bank se hayan inyectado 9.000 M€ y solo se obtengan en la subasta – si es que se llegan a obtener- 1.000 M€, pagaderos a plazos? ¿Cómo se explica que en tantos nuevos bancos que fueron cajas se hayan inyectado cuantías de entre 5.000 M€ y 6.000 M€ (más la concesión de importantes garantías sobre posibles pérdidas ocultas) y solo se hayan obtenido ofertas por un precio de venta de 1 €? Sí, de un euro. Y eso que aún queda por ver el resultado de la venta de Catalunya Banc, que amenaza con ser más problemático aún que las subastas anteriores.
Estas fuertes incongruencias solo cabe atribuirlas a que estas entidades se venden sin haber reconstruido capital y resultados. Es decir sin sanear. Y es que una cosa es reestructurar el sistema (composición, tamaño, naturaleza jurídica…) y otra cosa puede ser haber conseguido su saneamiento.
Si no se hubiera conseguido y, descartando como causa la incompetencia de las autoridades, cabe pensar en dos posibles explicaciones o en una combinación de ambas:
1.- un afán de economía fiscal cortoplacista, que ignorase el daño que supone una banca no saneada para la economía y el empleo y que ignorase también que el coste final acabará siendo muy superior
2.- un serio defecto de diagnóstico, el cual no parece haber sido efectuado por los inspectores del Banco de España, sino por una combinación de auditores, consultores, tasadores y bancos de inversión
El segundo ejercicio es el siguiente: las cifras oficiales dicen que, aparte de las ayudas del FROB y FGD, las entidades financieras han saneado contra sus resultados 250.000 M€ entre 2008 y 2013, o sea el 25% del PIB. ¿Cómo es esto posible, sobre todo en las antiguas cajas? ¿De dónde lo han sacado?
Porque sus resultados – de por sí precarios – venían siendo en buena parte el fruto contable de las reservas dotadas con la reevaluación de activos contabilizados artificialmente con ocasión de las fusiones, de la indebida ausencia de provisiones y del reconocimiento como ingresos de intereses no cobrados y posiblemente no cobrables. ¿No será pues – ésta sería la hipótesis – que aquellas coberturas ingentes se han dotado en buena parte con reservas ficticias alimentadas anteriormente por aquellos apuntes? ¿Y los glóbulos rojos?
En fin… material para reflexión.
Se podrá decir que en otros países la situación es peor. Pues… si es así, es una pena. En todo caso, recordemos: “Mal de muchos…”
Nota: Una versión de este artículo se publicó en la Revista Consejeros.
1 Comentario
Lo que hay que hacer cuando no hay dinero…..MAGIA POTAGIA