Rafa Nadal ha entrado en el metaverso. Lo ha hecho de la mano de Telefónica, creando el Metaverso de la ‘Rafa Nadal Academy by Movistar’. Es un espacio virtual en 3D donde los usuarios pueden conocer las instalaciones de su academia de tenis. Lo pueden hacer sin la necesidad de trasladarse físicamente a Manacor (Mallorca) y guiados por el avatar virtual en 3D del tenista mallorquín. Además de visitar digitalmente la academia pueden jugar y realizar un entrenamiento de tenis virtual. El objetivo de Rafa Nadal y Telefónica es acercar el metaverso a los más jóvenes, a través de una experiencia innovadora, divertida y ‘gamificada’.
En marzo pasado, la multinacional cervecera Heineken presentó en el metaverso su primera cerveza virtual. Durante su presentación, celebrada en Decentraland, los asistentes pudieron conocer cómo se elabora la cerveza y compartir con embajadores de la marca, como el exfutbolista francés Thierry Henry. Eso sí, como dijo con gracia el director global de Heineken: “por ahora, no se pueden probar los píxeles y los bytes, así que recordamos que la mejor manera de disfrutar de una Heineken es en el mundo real”.
Son dos ejemplos de cómo marcas renombradas y de ámbitos muy distintos están entrando en el metaverso. Quizá la expectación o fase ‘hype’ ha disminuido un poco… pero seguimos avanzando con paso firme hacia el metaverso, ese entorno digital donde podremos replicar dinámicas sociales, económicas e industriales. El internet 3D bautizado como metaverso será como un gemelo digital de nuestra vida real en el que utilizaremos avatares no sólo para entretenernos, sino también para trabajar, comprar, formarnos y para vivir experiencias de todo tipo.
El ‘Chief Metaverse Officer’ ya está aquí
Todo apunta a que el metaverso será un universo virtual en el que vamos a invertir tiempo y dinero. Y esa ya es una doble razón poderosa para que los negocios incursionen en él.
Eso sí, el metaverso no existe todavía… Lo que existen son espacios virtuales colaborativos (CVE), que pueden servir para ensayos o prototipos parciales del metaverso. Nos ayudan a replicar determinadas dinámicas sociales y a entender lo que será el metaverso, experimentando cómo nos sentiremos a través de nuestro avatar e interactuando con otros avatares. Esos diferentes espacios virtuales conforman una especie de ‘protometaverso’. Ya los utilizan compañías e instituciones del sector educativo y, también, empresas que tienen a sus empleados en casa o muy desperdigados, a fin de que sus empleados se encuentren allí y socialicen.
Aunque no exista, el metaverso ya tiene verdaderos incondicionales. Y, cómo no, también tiene detractores feroces. Nada que no haya pasado ya. Unos y otros tienen argumentos a su favor. Los entusiastas pueden argüir, por ejemplo, que cuando empezó el ‘e-commerce’ muchos pensaban que sería imposible comprarse zapatos sin probárselos y el tiempo ha demostrado lo contrario. Los detractores, para equilibrar la balanza, nos recuerdan que el cine en 3D —que iba a ser la revolución— se ha quedado en algo anecdótico.
Entre esas posturas tan antitéticas se sitúan otras menos radicales entre las que tienen cabida actitudes abiertas y exploradoras: ya que parece que viene el metaverso, ¿por qué no intentar entenderlo y empezar a explorarlo?…
Una cosa está clara (excepto para algunos detractores acérrimos): si el metaverso prospera, será una extensión virtual del mundo real. ¡No sustituirá a la realidad! Como usuarios, entraremos en él con la intensidad y frecuencia que queramos. Ya lo hacemos con Internet, sin vivir en él. Sucederá igual con el Metaverso, con mayor sensación de presencia gracias a los avatares digitales. Y como ocurre con cualquier herramienta tecnológica, el uso podrá ser bueno o malo. Dependerá de nosotros.
El metaverso será una elección para replicar muchísimas dinámicas de nuestra vida real. Y eso es un gran atractivo para las empresas. Por eso están tan implicados los gigantes tecnológicos en el desarrollo del metaverso: Meta, Microsoft, Apple, Nvidia, Epic, etc. Y por eso las marcas van progresivamente incursionando en él: organizando actos en entornos virtuales, desarrollando series limitadas de productos exclusivamente disponibles en formato digital o incluso creando sus propios espacios virtuales.
El sector de la moda es uno de los que se ha movido más rápidamente. Compañías tan emblemáticas como Valentino, Gucci o Balenciaga, ya venden sus prendas en distintas plataformas como Fortnite y otros videojuegos. Dolce & Gabanna presentó una colección híbrida de 9 piezas de alta costura (entre NFTs y prendas físicas) cuya cifra de venta alcanzó los 6 millones de dólares. Zara ha lanzado una colección con la marca surcoreana Ader Error que puede comprarse tanto en formato físico (en la web de Zara) como virtual, a través de la plataforma surcoreana Zepeto. Nike cuenta con su propio mundo virtual en el Metaverso, ‘Nikeland’, en el que los visitantes pueden vestir a sus jugadores con todo tipo de prendas y accesorios.
Algo a tener en cuenta es que empresas tan conocidas y globales como Nike, Disney y Telefónica ya tienen sus responsables de metaverso. ‘Chief Metaverse Officer’ es un cargo en auge.
Dudas razonables del metaverso
Por supuesto, surgen muchas preguntas. ¿Necesitamos el metaverso? ¿Hará nuestra vida mejor? ¿Será el nuevo paraíso? ¿Es una manipulación de los gigantes tecnológicos para que entremos en su juego y nos sigan vendiendo lo que quieran? ¿Será un lugar seguro, justo y democrático?
Como en el mundo real, los excesos (y los delitos) podrán ocurrir. El metaverso requiere límites y normas. Será crítico regular de alguna manera este nuevo universo y gestionar las consideraciones éticas que ya se empiezan a plantear. Insisto, toda herramienta puede ser utilizada bien o mal. Internet tiene muchas cosas buenas, pero también malas (ciberacoso, ciberataques, phishing, etc).
Las grandes compañías que ya están apostando abiertamente por el metaverso deberán ir posicionándose al respecto. Y lo más importante es que lo hagan también los gobiernos y las instituciones. Como siempre, la tecnología avanza mucho más rápido que la política y que la legislación.
Otra gran duda es si habrá un par de plataformas generalistas atrayendo a todo el mundo o convivirán muchos entornos… El tiempo dará la respuesta. Todo apunta a que serán varios metaversos, controlados por los diferentes gigantes tecnológicos. Quizá de entrada aparezcan muchos metaversos —unos grandes, otros pequeños— … y a la larga unos pocos sean los que ganen la partida. Es una verdadera lucha de titanes. Un asunto crucial será la interoperabilidad, es decir, si los diferentes metaversos estarán interconectados entre ellos, facilitando así la vida de los usuarios…
Sea uno o varios metaversos, cuando la mayoría de los usuarios de a pie se animen a entrar en ese nuevo mundo es altamente probable que se encuentren en él con muchísimas marcas conocidas intentando venderles. Y, si hay varios metaversos, quizá podrán desplazarse con su avatar de un metaverso a otro, llevando consigo todos sus activos digitales —ya sean ropa, arte o dinero— y vender en un metaverso los activos comprados en otro. En la segunda y última parte de este artículo veremos cómo se puede abordar el metaverso desde una perspectiva de negocio.