Otra forma de enseñar

23 julio 2011

Si eres una persona a la que te han pedido que recitaras una lección desde pequeñito. Que cantabas la tabla de multiplicar sin más. Si para ti las ciencias naturales eran un libro aburridísimo que tenías que “empollar” como fuera. Si la historia era una batallita mal narrada que estaba en un texto espeso y que no alcanzabas a comprender. Si tu acercamiento a la literatura era una lista interminable de libros obligatorios que leer y que tenías que resumir (tranquilo, ahora podemos decir lo que tú y yo tendíamos a hacer… elegir aquellos donde había película y verla, ¡era más entretenido!). Si no comprendías por qué había incógnitas y para qué servían, ni por qué te hablaban de cosas que creías que jamás usarías para nada. Si eres esa persona, si te sientes identificado/a con lo que acabo de decir, no te asustes, es normal que prácticamente no te acuerdes de nada. Es normal que hayas tenido que “reaprender” todo de nuevo cuando lo hayas tenido que utilizar de “verdad” en la vida diaria. Es normal que hayas aprendido más una vez acabados los estudios que en la propia etapa educativa. ¿Por qué? Porque se demuestra que esta forma pasiva de educar, de homogeneizar a los estudiantes, de olvidarse de su participación y valorar sólo el grado de su memoria a corto plazo (para el examen) es una técnica NADA efectiva para aprehender (recalco la h), para lograr comprender los conocimientos adquiridos para, en definitiva, convertirte en una persona cuyos conocimientos son una caja de herramientas con la cuál vas caminando por el mundo afrontando nuevos problemas y nuevas formas de abordarlos.

Tenemos que hacer un verdadero “reset” en nuestra política educativa, en la forma en la que nos acercamos a los estudiantes y en el método educativo. Ésta es la principal conclusión de un reciente estudio científico, de gran impacto -publicado por la revista Science– y que hasta el propio The New York Times le dedica un buen reportaje.

La investigación es muy contundente. Si tomas un grupo de estudiantes, le ofreces distintas cuestiones, distintas alternativas, les ayudas a adquirir información, a probarla, a discutirla, a investigarla por sus propios medios, la probabilidad de que logren aprender de la materia en cuestión es muchísimo más elevada que si tan sólo leen en unos libros o apuntes acerca de esa materia. De hecho, los cursos donde hay interacción profesor-alumnos, donde se puede “tocar” el conocimiento, genera un mayor compromiso por aprender, genera más incentivos de los estudiantes a hacerse nuevas preguntas y seguir buscando las vías para resolverlas. La pasividad de un texto que te explican y que repites no ayuda a retener ni comprender de forma tan precisa la información que recibes.

Esta forma de educar requiere, ante todo, grandes educadores. Personas muy motivadas, con una gran comprensión de la materia que enseñan y, sobre todo, con muchísima capacidad de comunicación, de incitar al debate y al pensamiento crítico a los alumnos, presentarle medios para que investiguen, toquen, prueben, cooperen, se equivoquen…y aprendan.

Independientemente de la opinión que usted tenga del programa, El Hormiguero, como puede ver en este vídeo, no es lo mismo que en nuestras clases de ciencias naturales nos hagan un experimento visual como el que se nos muestra, que una triste lección de libro que nos tocó estudiar…


Este discurso empiezan a liderarlo un conjunto de expertos vinculados al mundo del aprendizaje y la educación, y que se han dado cita apenas hace un año en el Global Education Forum , cuyo blog es un sitio de obligado paso para conocer en profundidad cuáles son las ideas de cambio que se proponen. En un intento de sintetizar muchísimo e invitarte a que te pases un rato largo por su blog, me quiero quedar con algunas cosas:

Una frase :

«Un cirujano del siglo XVIII en un quirófano del siglo XXI no sabría probablemente ni dónde está. Pero un profesor del siglo XVIII en un aula del siglo XXI, podría dar clase sin ninguna dificultad». Stephen Downes

Los cinco puntos por los cuales en su ponencia Bernando Hernández de Google considera que la educación no ha cambiado:

..: No hay un beneficio económico inmediato.
..: No hay hueco para la innovación.
..: Los profesores, quienes tienen la autoridad, muestran resistencia al cambio.
..: Los alumnos son más sofisticados que los educadores.
..: La administración lo soluciona todo con invertir más dinero

Y un vídeo sin desperdicio:

En definitiva, nos gustaría acabar señalando algo que nos pasó desapercibido. En el siglo XIX, algunos pedagogos atrevidos desarrollaron atractivos y novedosos métodos de enseñanza en lo que se denominó después la pedagogía de la Escuela Nueva, pero se desoyeron sus voces, poco prácticas en una sociedad que buscaba la obediencia y el trabajo repetitivo. Hoy podemos afirmar que, ya no se trata de una opinión, existen estudios que demuestran la increíble eficacia de un sistema multisensorial, donde el alumno es parte activa y la información le llega de muy diversas fuentes – no sólo a través de un libro o de la voz del profesor- y estimula todas las partes de su cerebro, incluido el sistema límbico –el que conecta directamente con las emociones. Ha llegado la hora de revolucionar la forma de enseñar y de que nazca una nueva pedagogía para una nueva sociedad en continuo cambio, donde la información de hoy, queda obsoleta mañana; y donde, lo que verdaderamente importa, es la investigación y la creación de nuevos conocimientos.

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Artículo escrito por Javier García

Editor de Sintetia

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