En el anterior artículo de la serie que venimos desarrollando en Sintetia sobre planeamiento económico, analizábamos brevemente cuáles son las necesidades críticas de información económica, esto es, aquellos interrogantes clave de inteligencia a los que se necesita dar respuesta para poder adoptar decisiones políticas o administrativas relevantes, incluso cuando no sean de naturaleza financiera.
Aunque las actividades de adquisición de información y elaboración de inteligencia económica no difieren sustancialmente de las que se desarrollan, por ejemplo, en el ámbito militar, la propia naturaleza del entorno introduce peculiaridades que dificultan la adopción de un proceso sistematizado.
En las operaciones económicas, las partes involucradas, a menudo actores de nuestro entorno cercano con los que mantenemos estrechas relaciones políticas y comerciales, serán extremadamente susceptibles y suspicaces en lo que concierne a las actividades de obtención de inteligencia. La práctica instantaneidad de la información financiera, su amplificación mediática y la posibilidad cierta de represalias efectivas en el terreno político y de los mercados, aconsejan un trabajo prudente, depurado y cuidadoso. Ello requiere efectuar un buen análisis previo, con el fin de juzgar qué información ha de obtenerse en cada caso (recordemos, estamos ante necesidades críticas). Aquí, las generalizaciones suelen conducir a un completo fiasco.
La selección de las fuentes y de los medios de obtención vendrá determinada por las sensibilidades de un entorno económico que puede cambiar en días o incluso en horas, con enorme impacto en nuestras capacidades como país. Por tanto, la cualidad básica en la gestión del proceso de obtención de inteligencia económica es la flexibilidad.
Las Necesidades Prioritarias de Inteligencia Económica son mucho más amplias y más complejas políticamente que las que surgen en una operación militar o de seguridad. Se precisa una considerable habilidad y experiencia por parte del personal responsable a la hora de traducir esas necesidades, primero en acciones de inteligencia, y finalmente en materia útil para los órganos de decisión.
En la mayoría de las ocasiones, los indicadores financieros convencionales, macro y micro, no serán oportunos y deberán desarrollarse otros nuevos para evaluar unas condiciones rápidamente cambiantes. A la pura información económica deberemos superponer, caso por caso, otra gran variedad de materias, como por ejemplo:
- Situación geopolítica..
- Posibles factores históricos, étnicos y culturales que puedan incidir en la operación económica.
- Evaluaciones de las intenciones, actitudes y objetivos a largo plazo de todos los grupos y subgrupos de actores implicados.
- Evaluaciones de las actitudes e influencias de grupos y subgrupos de actores externos políticos, financieros, religiosos o intelectuales, con posible interés en la acción considerada.
- Actitudes de los medios de comunicación.
- Consideraciones de carácter estratégico.
- Implicaciones directas para la ciudadanía.
Por consiguiente, la conducción del ciclo de Inteligencia económica presenta un conjunto de problemas muy variado, complejo y desafiante, que requieren, tal y como hemos apuntado en artículos anteriores, la existencia de unidades especializadas en inteligencia económico-financiera. Estas necesitan a su vez disponer de profesionales expertos en sus diferentes áreas de actuación. No nos cansaremos de insistir: la cooperación público-privada, la participación activa de la comunidad académica y el trabajo en red constituyen elementos clave de éxito.
No debemos olvidar tampoco el ámbito HUMINT: es deseable propiciar la formación e infiltración de agentes especializados para penetrar en las estructuras más opacas del universo financiero. Como apunta James Rickards, aunque dichas estructuras estén creadas por actores ilícitos u hostiles, son “implantadas por una legión de abogados, contables, banqueros, intermediarios, administradores y otros”, que operan básicamente en despachos profesionales. Infiltrarse en ellos con personal experto y adiestrado puede suponer una oportunidad inmejorable para conocer las verdaderas posiciones e intenciones de potenciales adversarios.
En conclusión, la inteligencia económica planeada con anticipación por un país (o grupo de países, instituciones, etc.) tiene tanta, si no más, importancia que la acción resolutiva del momento. En el mundo económico actual, lo imprevisto suele suceder casi siempre, y debemos tener la capacidad y flexibilidad suficientes para predecir cuándo puede ocurrir y saber la mejor manera de reaccionar en ese momento.
Sebastián Puig Soler
Analista