Está claro que la transformación digital ya no es una opción, sino un imperativo. De hecho, un estudio publicado por Accenture a finales del año pasado pone sobre la mesa un dato muy revelador:
en los tres años anteriores a 2018, las empresas que lideraron su sector en la adopción de tecnología crecieron dos veces más rápido que las rezagadas. En la actualidad, crecen cinco veces más rápido. El riesgo ya no es simplemente quedarse atrás, sino ser eliminado por completo de la carrera.
Sin embargo, no hay que equivocarse, la transformación digital, como ya he dicho en más de una ocasión, no es sólo una cuestión de tecnología. El éxito implica mucho más que la simple adquisición de proveedores competentes y la formación de los usuarios. Estas iniciativas ya no pueden dejarse únicamente en manos de los líderes tecnológicos y el personal de IT, sino que deben implicar a un conjunto diverso de partes interesadas de la organización.
Necesitamos desesperadamente un cambio de enfoque. Tenemos que hacer algo más que implantar la tecnología. Los objetivos básicos, como la optimización de los costes y la mejora de los procesos, ya no pueden ser la meta final.
Los líderes deben inspirar y capacitar a toda su organización para reimaginar con audacia su entorno de trabajo, las necesidades de los clientes, la oferta de productos e incluso el propósito de la empresa.
Fruto de ello y después de estudiar y participar en numerosos proyectos centrados en superar los retos de la transformación digital, pongo sobre la mesa los cuatro principios clave en los que sí o sí deberíamos centrarnos.
La transformación digital no es lo mismo que la innovación
El ritmo de innovación digital en las últimas décadas ha sido vertiginoso. El comercio electrónico, las redes sociales, la web móvil e incluso la transmisión de vídeo no empezaron a tener un impacto real en las empresas hasta hace una década. Ahora son componentes significativos del entorno competitivo de casi cualquier empresa.
Así que no debería sorprendernos que con las avanzadas tecnologías disponibles, como la automatización robótica de procesos (RPA), el aprendizaje automático, la computación en la nube y mucho más, sea fácil para los líderes perderse en todas las increíbles posibilidades.
Sin embargo, la transformación digital no consiste en innovar. Se trata de conseguir mejores resultados empresariales.
Por eso aconsejo empezar por plantearse preguntas relacionadas con el negocio, como ‘¿cómo podríamos atender mejor a nuestros clientes mediante una tecnología más rápida y flexible?’ o ‘¿cómo podríamos aprovechar la inteligencia artificial para mejorar la experiencia de las personas que forman parte de la organización y retener al mejor talento?’…
Una vez que identificados los objetivos de negocio, podremos trabajar en las decisiones tecnológicas.
Por ejemplo, una compañía que desee organizar sus espacios haciendo que la gente reserve antes dónde se sentará, en qué plaza de parking aparcará o dónde y con quién se reunirá: ese ‘simple’ objetivo podría llevar a la organización a invertir en alguna solución que luego constituya la base de una transformación mucho mayor. Que permita aprovechar el análisis de datos para reducir los costes relacionados con las instalaciones al descubrir que hay ubicaciones que apenas se utilizan y que ¿se podrían monetizar? O energéticos ya que se podrían crear conexiones con los sistemas de iluminación, ventilación… y que se activen sólo cuando sean necesarios. También servirían para lograr importantes eficiencias y aumentos de productividad al tener las salas de reuniones ocupadas sólo cuando, efectivamente, se estén utilizando… Medidas todas, que, además mejoran enormemente la satisfacción del usuario y los márgenes de beneficio.
Hay que reclutar a los entusiastas
Lo primero a lo que debe enfrentarse toda transformación es a la resistencia. El statu quo siempre tiene la inercia de su lado y nunca cede su poder con gracia. Sin embargo, ninguna organización es monolítica. Siempre hay focos de entusiasmo que se pueden identificar y aprovechar. Siempre hay que empezar en un área en la que los entusiastas sean mayoría.
Por ejemplo, cuando una organización pasó de tecnología tradicional a una arquitectura basada en la nube para ofrecer a sus clientes acceso a los datos en tiempo real, estaba claro que a algunos dentro de la empresa no les gustaría. Sin embargo, siempre hay entusiastas… en un caso así los responsables de producto podrían ser unos buenos aliados, porque siempre quieren lo mejor para el cliente.
Un banco japonés lo hizo muy bien hace un par de años ‘por culpa’ de una tecnología: el blockchain. Los altos directivos estaban entusiasmados con las posibilidades. Sin embargo, sabían que muchos mandos intermedios lo verían como una distracción de las líneas de negocio más probadas. Así que, en lugar de centrar sus esfuerzos en los clientes existentes, se dirigieron a un nuevo segmento de empresarios más jóvenes y conocedores de la tecnología que se sentirían atraídos por la novedad de la oferta.
Comenzad con un cambio clave
Toda transformación está impulsada por un sentido de visión y destino. Los responsables del cambio pueden intentar articular esa visión, pero a menudo es difícil que la gente interiorice el potencial lo suficiente como para superar su sesgo innato de aversión a las pérdidas. Muchos tendrán que ver cómo la idea alcanza cierto éxito antes de estar dispuestos a aceptarla.
Por eso es bueno empezar con un cambio clave que pueda allanar el camino para una transformación mayor. En un proyecto en un centro educativo, y no de élite precisamente…, todo empezó con el simple deseo de entender por qué los estudiantes abandonaban los estudios con tanta frecuencia. Se apostó por el análisis de datos para comprender mejor los principales factores de las tasas de abandono y llegar a la raíz del problema.
Los resultados de la encuesta mostraron una serie de causas. Desde los continuos problemas financieros, que afectaban a la alimentación y al acceso a la vivienda. A la ansiedad, la depresión y el estrés, el acceso al transporte o el hecho de tener que ser el responsable principal, hasta simplemente quedarse sin dinero.
Esa inversión condujo a una visión completamente nueva de cómo la escuela podía entender, servir y defender a sus estudiantes. Como resultado, las tasas de finalización de los estudios se dispararon, mientras que la brecha de equidad se redujo significativamente para los estudiantes bipoc (personas negras, indígenas y de color,) y se cerró completamente para los estudiantes latinos.
Sin duda, como dijo el director del centro, ‘cuando los sistemas se construyen para llevar a los estudiantes hacia el éxito todo el modelo cambia, incluyendo no sólo la economía, sino nuestra concepción de la misión básica’.
Aprovechad la transformación digital para reimaginar la empresa
La tecnología no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar un fin. Debe estar al servicio de la empresa y las personas, no al revés. El valor real de la transformación digital no puede alcanzarse en una u otra iniciativa concreta. El objetivo final debe ser una reinvención a gran escala de la empresa que transforme la forma en que la organización crea, entrega y capta el valor en el mercado.
La mejora de los sistemas de datos puede permitir a una empresa de venta de ropa online. Y cambiar por completo su forma de pensar sobre el diseño de su línea de productos. En lugar de intentar reaccionar y adaptarse a las tendencias de la moda en el mercado, ser capaces de diseñar la ropa de forma proactiva. Con ideas que se están viendo en tiempo real y desarrollarse con sus propios clientes en su propia plataforma.
Este nuevo modelo de negocio se convierte en una ventaja competitiva clave, que permite a la empresa ocupar una posición de liderazgo en su categoría e impulsar un crecimiento importante de los ingresos.
El caso del colegio que os conté es otro gran ejemplo.
Por cada dólar que el colegio invirtió en servicios y recursos como alimentación, transporte y cuidado de niños, se retuvieron 16 dólares de la matrícula al triplicar las tasas de finalización de estudios. Ese éxito inicial condujo a la financiación de nuevos e innovadores programas centrados en la democratización de la educación basada en las habilidades en las comunidades desfavorecidas. Cada una de estas transformaciones fue posible gracias a la tecnología, pero su núcleo fueron las.
A fin de cuentas, el uso más potente de las herramientas digitales no es el de reducir costes, crear eficiencias o incluso avanzar más rápido y con mayor agilidad, sino el de plantear preguntas fundamentalmente diferentes.
Es a través de la exploración de estas nuevas posibilidades que podemos resolver problemas complejos y lograr impactos más significativos para los clientes, las sociedad y las personas a las que servimos.
Te dejo un vídeo de tendencias: