El pasado viernes 24 de noviembre asistimos al evento InterQué 2012 como finalistas de los premios Bitácoras 2012. Gracias a nuestros seguidores y al jurado (¡gracias de verdad!) ganamos el premio al Mejor Blog de Negocios, una impresionante recompensa a nuestro trabajo.
En primer lugar, nadie que inicia una actividad que le apasiona se plantea nunca acabar recibiendo un premio por ello; que al final suceda es lo mejor que desde luego te puede pasar en lo relativo a dicha actividad. Además, en los Premios Bitácoras, para ser finalista tus lectores y seguidores deben valorarte, acumulando votos mientras compites con el resto de blogs candidatos. Luego, entre los tres más votados, un jurado de expertos evalúa la calidad y vota. Por lo tanto, se trata de una recompensa doble: en primer lugar por la fidelidad de nuestros lectores y en segundo lugar por la valoración de la calidad de parte de un jurado experto.
Dicho esto, en cuanto llegamos al momento clave de recoger el premio (minuto 9:05 del streaming) se nos había planteado (¡como no!) un problema económico. En Sintetia somos tres editores (y un fabuloso cuarto socio tecnológico). En cambio, el premio «físico» del concurso -el mejor premio, el agradecimiento y la motivación, se comparte fácil- es sólo uno e indivisible -se trata de un pack de tablet + smartphone cortesía de Sony-. ¿Cómo repartimos un premio indivisible entre varias personas?
La primera tentación fue evidente. «¡Haremos un sorteo!». Pero cada vez que oímos la palabra sorteo como sistema de asignación de recursos, sabemos que algo anda mal. Todos tenemos en mente la absurda adjudicación de viviendas de protección oficial (VPOs) que durante el boom agraciaban a unos pocos afortunados mientras el resto tenían que sobrevivir en el infernal mercado inmobiliario de nuestros «años dorados». ¡No podía ser que cada semana tratásemos en nuestro blog diversos conceptos de teoría económica y ahora pasásemos por alto las ideas de eficiencia económica de Pareto!
¿Qué nos enseñó el bueno de Wilfredo Pareto? El principio de óptimo de Pareto nos dice que una distribución de ingresos será óptima cuando ningún individuo pueda alcanzar una situación mejor sin hacer empeorar a ningún otro individuo. En nuestro caso tenemos un solo bien (el premio) para 3 personas ¿cómo repartirlo de manera eficiente? Las tres alternativas que valoramos fueron:
1.- Un sorteo: La aleatoriedad nos asegura que el resultado será justo, al menos en la acepción de «igualdad de oportunidades». Sin embargo, es fácil de ver que no sería máxima la satisfacción para el grupo. Una persona se quedaría con el premio, mientras otras dos sin nada. ¿Y si alguna de las dos personas no agraciadas necesitaba realmente el premio? ¿Y si para el agraciado tiene poco valor? La satisfacción del ganador sería maximizada pero no estaríamos desde luego cerca de un óptimo de Pareto.
2.-La multipropiedad: podemos repartir un solo bien entre tres personas dividiendo el tiempo que tenemos dicho bien de manera uniforme. Esto se aproximaría mucho a un óptimo de Pareto si la utilidad del bien no se redujese por compartir el uso. Esto suele ser muy complicado, ya que, en nuestro caso, un premio tecnológico no es algo nada fácil de compartir. Además, ¡los tres vivimos separados! (uno en Asturias, otro en Madrid y otro en Valencia). Por lo tanto, esta alternativa tampoco maximizaría la utilidad del grupo, porque reduciríamos la utilidad que podemos extraer del bien al compartirlo.
3.-La subasta: tenemos un bien sin adjudicar, y tres personas interesadas. Podemos pujar los tres por el premio, de manera que revelamos nuestra máxima valoración por el bien de manera individual, y a la vez la recaudación va para un bote común, es decir, se reparte entre los otros dos. Cada uno pujará hasta alcanzar un punto ligeramente inferior al de indiferencia -el máximo precio que está dispuesto a pagar-, siendo consciente de que, si no gana la subasta, al menos asegurará un ingreso para su empresa, lo cual revierte en su propio beneficio. Si elijo retirarme de la subasta es porque el precio supera mi valoración… ¡pero al menos recibiré una cantidad como compensación! El ganador, obviamente, está mejor tras la subasta, o no habría pujado tanto. Esta solución cumple los principios de un óptimo de Pareto, ya que nadie podrá tener una satisfacción mayor sin empeorar la de ningún otro, y maximizamos la utilidad extraída del bien para todo el grupo.
Este es un ejemplo de que pensar como un economista a veces tiene costes. En este caso, el coste es afrontar que puede que tengas que pagar por recibir un premio, pues ello está justificado económicamente.
Cumplimos así nuestra promesa de la entrega de premios Bitácoras, explicando nuestra visión de cómo repartir más eficientemente el premio.
Por último, felicitamos de nuevo al resto de ganadores, y dejamos aquí nuestra propuesta para algún otro ganador que se encuentre en esta situación. Una subasta maximizará la eficiencia del grupo, y asegurará que ninguno de los componentes sufra una ruptura en la continuidad de su nivel de satisfacción. Ya que todos recibirán, de una u otra manera, un beneficio gracias al premio.
¡Gracias por el reconocimiento de parte del equipo de Sintetia!
5 Comentarios
Enhorabuena, jóvenes, por el premio… que tenéis muy merecido. Que conste que voté por vosotros. En cuanto a usar el Optimo de Pareto para gestionar la distribución de un premio, en vuestras condiciones, me parece perfecta. Pero, por evitar generalizaciones por parte de algunos lectores, me gustaría recordar que lo que propone Pareto es el típico ejemplo de «solución de economista» que ignora otros elementos de optimización social en su sentido más holístico. Es «eficiencia» en su estado puro y tecnócrata, que conduce a un resultado que descuida otros factores esenciales como el de la reducción de la desigualdad. El Optimo de Pareto es condescendiente con el estatus-quo al sugerirnos que dejemos de redistribuir en aquel punto en que «se pueda empeorar la situación de algún individuo», como si todos los individuos partiéramos de la misma situación.
Siempre he pensado que pensar como economista está bien (yo lo soy) pero mejor que lo hagamos con otras disciplinas…
Un abrazo fuerte… y ¡¡enhorabuena!!
¡Felicidades chicos!. Al final el esfuerzo tiene recompensas. Espero que esto sea el inicio de muchos logros.
Saludos
Como siempre Amalio aportando ese puntito diferencial (y social). No por ser economista se deja de ser humano, o si? 🙂
Muy de acuerdo con Amalio. Tambien habria que ir pensando como agregamos los costes medioambientales (emisiones de CO2 por ejemplo) a una transaccion como esta. En este caso, teniendo en cuenta que estais separados geograficamente, sintiendolo mucho, los que estais lejos fisicamente del premio, deberiais estar en desventaja 🙂
Saludos
@resbla
Gracias, Roberto y Amalio! jeje
esto de la distancia…uno en Valencia otro en Madrid y otro en Asturias. Haremos una media ponderada…o algo 🙂
Abrazo