La polémica está servida. David Bravo ha llevado a cabo un sencillo experimento en tiempo real, #tablasinde, en el que ha confeccionado con la ayuda de los asistentes a una conferencia un listado de descargas de contenidos protegidos por la propiedad intelectual. Arcadi Espada, periodista y director del Instituto Ibercrea, en representación de las sociedades de protección de la propiedad intelectual, responde con vehemencia a la provocación. ¿Qué podemos sacar en claro de este suceso?
Si no creyera que la disputa se produce entre dos personas (o posiciones) razonables, no perdería mi tiempo analizándola. Y cuando dos personas (o posiciones) se enfrentan indefinidamente, ello puede ser debido a diferencias irreconciliables de valores… o a que están hablando de algo distinto.
David Bravo demuestra que la Ley Sinde es un instrumento inútil para proteger los derechos de propiedad. ¿Aclara su acto si está a favor o en contra de dichos derechos? El acto per se no quiere decir nada. Podría estar llamando a las autoridades la atención para que reparen un sistema de protección inútil. Por el contrario, podría estar dejando implícita su opinión de los derechos de propiedad intelectual, señalándolos como prescindibles.
La posición de Espada sí es clara. Cree que los derechos de propiedad intelectual son necesarios en nuestra sociedad y quiere un sistema eficiente de protección de los mismos.
Aquí hay dos discusiones muy distintas:
- Dada la legislación vigente, hemos de proteger la propiedad intelectual. Pero el sistema actual es incapaz. ¿Cómo ha de protegerse? La Ley Sinde no puede hacer nada contra la piratería, pero el ejecutivo está obligado a buscar los mejores métodos para hacer cumplir la ley. Esta discusión no admite discrepancias: si estamos en un estado de derecho, la ley ha de cumplirse. Otra cosa es que no nos guste la ley, lo cual nos lleva a la segunda discusión.
- La legislación actual es un pacto social creado para incentivar la creación, pero ese pacto social puede no ser la solución óptima hoy en día. Esta discusión, por lo tanto, habría de basarse en argumentos y debate serio y argumentado.
La economía tiene muy poco que decir en el primer debate, pues se trata de una cuestión técnica (como se restringe el acceso a los contenidos) y legal (cómo se persiguen las violaciones de la ley).
Pero, en cambio, la economía tiene muchísimo que decir en el segundo caso. Es decir, ¿es óptimo nuestro sistema actual de protección intelectual? ¿Óptimo en qué sentido? Ello depende de los objetivos que persiga; ningún argumento económico serio puede justificar una protección solo para preservar un modo de vida.
La propiedad intelectual otorga un monopolio y crea escasez de donde no la hay, pues permite restringir el acceso a un bien (música, cine, fórmula de un fármaco) que no cuesta reproducir. Si la historia de la humanidad es la lucha contra la escasez, la protección corre en sentido contrario a nuestros intereses, así que si lo hace será por un buen motivo: el incentivar la creación de conocimiento. Pero una cosa son los objetivos y otra lo que realmente consigue una ley. Y existen buenos argumentos (como el de Boldrin y Levine) para pensar que en muchos mercados, la protección de la propiedad intelectual puede ser perniciosa… o irrelevante. Depende de cada caso:
- Boldrin y Levine argumentan cómo la industria farmacéutica del S.XIX en Alemania, sin los modernos derechos de propiedad, eran tanto o más productiva que la americana, ya protegida. El tiempo que pasa entre que un medicamento sale al mercado y el que los competidores puedan luchar contra el poder de marca es más que suficiente para rentabilizarlo. Según este argumento, el excluir a África del consumo de fármacos puede ser considerado casi un genocidio. ¿Queremos ser cómplices de él?
- No necesariamente son los piratas los que acaban con el negocio de la música. Hay una ley económica mucho más poderosa, Precio = Coste Marginal, también llamada la maldición del monopolio natural, que está llevando los precios de la música… a cero. Y contra esto ninguna legislación puede hacer nada.
- El cine, en cambio, debido a los altos costes fijos necesarios para realizar una producción, sí que podría sobrevivir.
- Muchos de estos mercados tienen una estructura de “el ganador se lo lleva todo”. Existen razones poderosas para pensar que los ganadores están extrayendo rentas de monopolio y que éstas pueden inhibir la aparición de nuevos talentos.
En resumen: cada sector ha de ser estudiado individualmente y tenemos las herramientas económicas necesarias. ¿Qué queremos conseguir como sociedad? Deseamos incentivar la creación de ideas y el disfrute universal de las mismas. Son objetivos difíciles de compatibilizar, pero nuestra tecnología y nuestros conocimientos son muy superiores a los del S.XIX, cuando se dio forma a nuestro sistema actual de protección.
Esta es la discusión de política económica más importante que tenemos ante nosotros como sociedad, pues el grado de innovación de nuestra economía dependerá en gran medida del sistema institucional que creemos para incentivarla. La Ley Sinde no es la respuesta al problema, pues no se ha analizado con propiedad el fondo de la cuestión, y es absurdo quedarnos anclados en un equilibrio perverso, atrapados entre grupos de presión y políticos pendientes de las próximas elecciones. Si queremos avanzar en esta cuestión, habrá que preguntarles a especialistas cuyo único interés sea comprender mejor el problema, no a las partes interesadas. En este artículo hemos dado algunos nombres, pero hay muchos más.