La provocación es, según la RAE, el efecto de causar un efecto en alguien. Puedes provocar tristeza, pero también ilusión; se puede provocar desidia, pero también amor por la excelencia. La provocación nos mueve, nos genera un cambio, para bien o para mal, pero te rompe algo en el momento en que reaccionas cuando te provocan.
La pregunta es, ¿y si lo que necesitamos es más provocación? Cuando leemos sobre liderazgo, la provocación no suele ser una palabra muy utilizada. En cambio no hay capacidad creativa, movimiento ni transformación si no hay una cerilla y una mecha que lo provoque. Algunos lo llaman inspiración, yo soy más ‘agresivo’, prefiero el efecto de la provocación.
¿Te imaginas si fuéramos capaces de provocarnos y provocar en los demás una explosión de talento, creatividad, iniciativa, empatía, ilusión o la capacidad de sacrificio, y aportarlo a los demás? Esa provocación será un punto de apoyo para mover el mundo.
Lo contrario a una provocación suele ser la aceptación, no llamar la atención, converger a la media, no ser ni apostar por lo diferente… En un escenario sin provocación no hay aprendizaje, ni instinto, ni reacción para moverse. Cuando el agua no fluye, o no bate contra las rocas, se acaba pudriendo, como la mediocridad …
Cierto que navegar en aguas tranquilas es más fácil, evita riesgos y permite anticiparse mejor a las sorpresas. Pero en esas aguas no suele haber vida. Ni esas son aguas reales. Las aguas de verdad, donde se debate la vida o la muerte, están plagadas de incertidumbre y complejidad. Las aguas de nuestras vidas, de nuestras empresas, tienen remolinos, tormentas y tempestades imprevistas. Si no sabes navegar en esa provocación, cualquier imprevisto te puede tumbar.
La provocación te invita, te mueve, te incita a pensar, dudar, estudiar, liderar, saltarse normas, desarrollar nuestra curiosidad innata que desarrollamos desde pequeños. Si pierdes esa ansia por provocar y provocarte, pierdes la fuerza que te lleva hacia el siguiente nivel.
Una de las cosas que contrasté en mi proyecto Mentes Creativas es que los profesionales que aspiran estar a la vanguardia necesitan un plus de provocación, ¡siempre! Una mecha que les empuja a mejorar y a aprender, ¡siempre! Les impulsa a hacerse preguntas cada vez más desafiantes.
Para lograrlo se tienden a inyectar a sí mismos provocación en las venas, se la auto imponen. Porque con esa provocación se crea la energía para dejar de investigar, leer, absorber ideas en cada rincón y experiencia vital. Trabajan en una cultura de la transparencia, el espíritu crítico y aspiran a tener a los mejores en los equipos. Son los responsables de cuidar una cultura abierta, provocativa, instigadora de la mejora y la exigencia.
Esto es lo que hace a los mejores ser mejores: nunca darse por satisfechos, provocar constantemente la necesidad de estar en una batalla inspiradora por el aprendizaje continuo.
Esta actitud marca la diferencia, en una floristería o en una empresa de tecnología disruptiva. Por eso te propongo trabajes tu espíritu de provocación. Esa provocación facilita:
- Decir lo que piensas, de forma constructiva, pero creando dudas que te hagan crecer y romper los esquemas, las veces que hagan falta.
- Saltarse la burocracia si ésta paraliza la acción, la exploración y nos enquista en una perpetuidad que nos hace perder la frescura.
- Hacer que los jefes fomenten la crítica, el debate y el contraste para que imperen las mejores ideas, aunque duelan, y vengan de donde vengan. Un jefe no tapona la provocación, la fomenta.
- Trabajar siempre en un propósito noble, excelente, de medio y largo plazo, de alto impacto.
- Tener principios, valores y visionarse en la mejora continua —y a veces radical—, ayuda a nunca dejarse bloquear en el corto plazo.
Tenemos que convertir la provocación en un motor positivo. Porque ya estamos demasiado infectados por el virus de la provocación negativa: que si guerra, una recesión a la vuelta de la esquina, inflación desbocada, pánico energético…
Esa provocación negativa nos apaga, nos hace reacios a la acción, a la inversión, a explorar caminos nuevos, a buscar soluciones. La provocación negativa nos paraliza.
Por eso necesitamos inyectar otro tipo de provocación. La del ingenio, la cooperación, la visión crítica, la exploración de oportunidades, romper moldes, absorber conocimiento, aplicarlo y buscar caminos nuevos para sortear la complejidad y la incertidumbre.
Ahí es donde necesitamos tejer resiliencia, capacidad de adaptación, energía para luchar. Y el motor es una provocación positiva, una creencia en nuestras posibilidades, en el único recurso renovable e invencible que tenemos, lo que nos ha llevado hasta aquí, al momento de la historia con más capacidad creativa, tecnología, formación y acceso a nuevas ideas. También también de mayor complejidad, y más fragilidad. Pero con más posibilidades, sin duda.
Las capacidades humanas mundiales hoy son exponencialmente superiores a las de cualquier otro momento de la historia. Y lo hemos logrado con una provocación que nos impulsa y un conocimiento que lo hace posible.
Es hora de la provocación, exprimida desde cualquier rincón, de cualquier persona, de forma positiva, constructiva. Es la hora de las mentes inquietas, creativas, dispuestas a sumar, explorar y explosionar todo lo que tenemos a nuestro alcance, que es mucho.
1 Comentario
Excelente articulo, a ser mas provocadores positivos