Quizás es bueno recordar una frase que dijo Bill Clinton y que cita Richard S. Grossman en su libro «Error«:
«El problema de cualquier ideología es que te da las respuestas antes de que puedas examinar las pruebas. De modo que te obliga a fabricar las pruebas para obtener la respuesta que ya habías decidido que debes obtener. Y las cosas no funcionan así«.
Y es que llevo unos días dándole vueltas a un tema que me tiene ciertamente preocupado. Desde las pasadas elecciones del 24 de mayo, y en realidad desde unos meses antes, vengo observando algo que no es nuevo pero que se ha intensificado por estas fechas, una creciente interpretación subjetiva de la información por parte de sus creadores y transmisores. Les pongo un ejemplo. Recientemente la exministra de exteriores Ana Palacio dio lugar a un titular como el siguiente: Ana Palacio cree que el éxito de Podemos y Ada Colau es fruto de la «nostalgia por el Califato Islámico». En realidad ella no había dicho eso, sino que había puesto en una misma frase a Podemos, Ada Colau y el ISIS comentando que Podemos tiene nostalgia de la Arcadia comunista y los de ISIS del califato. No los identificó, sino que hablaba del peligro de esa añoranza del pasado de muchos movimientos actuales. Claro, bajar al análisis es demasiado trabajo y no permite titulares de impacto. Y no ocurre sólo con la prensa y el periodismo de izquierdas, pasa igual o peor con el de derechas cuando se trata de poner en evidencia (o intentarlo al menos) al que piensa desde los entornos del socialismo.
Esto se lleva repitiendo bastante tiempo, y me hace preguntarme en primer lugar qué tipo de información estamos consumiendo, hasta qué punto Internet está afectando a nuestra capacidad de estar informados y qué impacto puede tener todo esto en nuestros modelos y valores económicos. Vamos por partes.
Sobre la información
Si entendemos la información como una unidad de conocimiento que nos permite aprehender el entorno comprendemos que la información es la materia prima del conocimiento. En cierto modo es conocimiento sin procesar. Ahora bien, hay varios elementos clave cuando hablamos de la información:
- Fuentes. Es necesario controlar las fuentes, que sean fiables, estables y seguras. Aquí hemos de ser capaces de aplicar filtros a la gran cantidad de fuentes que podemos encontrar y aplicarles un sesgo de análisis (no es lo mismo una información que venga de un medio católico o de un medio agnóstico, por ejemplo)
- Abundancia. Mucha información no es sinónimo de conocimiento. El control de la abundancia de información es clave. Es importante apostar más por la calidad que por la cantidad, y dentro de lo posible evitar información redundante. Conozco algún colega que nunca sigue a los grandes gurús, ya que según él es mejor tener buenas fuentes de filtrado que harán que si hay algo interesante siempre llegará a ti, que seguir a mucha gente, con lo que tus in-puts aumentarían de manera exponencial.
- Calidad. Dice Gemma Muñoz que “no por tener muchos datos accedemos al conocimiento”. Ahora que está tan de moda el Big Data parece más necesario que nunca que exista la capacidad de filtrar tanta información buscando la calidad de la misma. Pero una cosa hemos de tener presente en este sentido, la calidad es subjetiva, y lo que para unos es información valiosa para otros no es más que ruido.
- Receptor. La información tiene dos filtros, o varios si me apuran, por un lado el emisor, que decidimos cuáles nos son interesantes, por otro lado el o los curadores de contenido, y por último el receptor, porque éste va a ser el que decida qué información le interesa y, luego, qué interpretación le da a la misma. La interpretación que hace el receptor de la información es clave para la creación de conocimiento.
- Redes. Es importante comprender que vivimos en redes, ya sea internet o redes sociales, y la información se trasmite a través de estas redes. La fortaleza, tipo, nodos o estructura de esas redes va a ser importante para que la información que circule por ellas se altere, llegue a nosotros en su totalidad o se pierda en ellas. Como dice Amalio Rey nombrando a Walter Quatrociocchi: “La homofilia (grupos de “amigos” con intereses y creencias parecidas) induce a la polarización de ideas (enfoques sectarios) y eso refuerza la viralidad de ciertos tipos de contenidos falsos que se basan en teorías conspirativas. A más homofilia, más riesgos de viralidad desinformativa y especulación, y de menos ciencia.”
- Ruido. Llamaré ruido a todos esos datos o inputs que no llegan a ser información y que distraen la atención o los recursos de la captación de información relevante. Suele ser habitual de las redes, y es conveniente que seamos capaces de gestionarlo de manera adecuada.
En un interesante trabajo de Carlota Bustelo y Raquel Amarilla, Gestión del conocimiento y gestión de la información, las autoras recogen este cuadro:
Como se observa la información entraría dentro del conocimiento explícito en el apartado del saber qué, un saber teórico que alimenta el conocimiento explícito, el saber cómo. El conocimiento estaría formado tanto por el conocimiento explícito como por el implícito, lo que le hace estar determinado por elementos culturales que no dependen necesariamente de la gestión directa de la persona, o la empresa (formada por personas), sino que le son dados en el entorno en el que ha crecido.
Sobre Internet
Toda esa información, fundamental para construir un conocimiento sólido, se ve alterada por el impacto de internet, y lo hace en varios sentidos:
- Por la abundancia de información. Internet se convierte en un canal de abundancia en el que prima la cantidad sobre la calidad. Esto genera un problema de infoxicación, que requiere el consumo de recursos para seleccionar la información relevante.
- Por la alteración del valor de las fuentes. Con internet se generan nuevos y distintos criterios de valor en cuanto a las fuentes de referencia. Ya no sólo se seleccionan por principios de autoridad, sino que también aparecen otros como los de presencia (estar en los canales adecuados), referencia (ser nombrado convenientemente) o impacto (ser capaz de generar contenidos atractivos, sobre todo visualmente). Todo esto requiere de modelos más sofisticados de filtrado de la información.
- Por la consistencia de la información. La abundancia de información genera problemas de gestión, porque es necesario filtrar toda esa información para detectar la más relevante. Pero también hemos de valorar que esa información seleccionada sea consistente (cierta, adecuada para nuestros objetivos, gestionable y comprensible).
- Por el aumento del ruido. Que afecta a nuestra atención y a nuestra capacidad de selección y análisis.
- Por la brecha tecnológica. Aunque ésta cada vez se está resolviendo de una manera más natural, es cierto que se ve todavía una brecha entre la comprensión y uso de cierta tecnología y su valor para las empresas. Y no sólo porque no se comprendan o sepan usar determinadas herramientas, sino también porque la abundancia de herramientas y su cierta complejidad hace que no se suela sacar todo el partido que ofrecen esas tecnologías.
Al final internet se convierte en un canal que hemos de asumir como natural y que no hace sino potenciar la información y su manera de ser transmitida y gestionada.
Sobre la información como valor económico
En el trabajo antes referido de Carlota Bustelo y Raquel Amarilla se puede observar el siguiente gráfico:
En él vemos de una manera simple el valor que tiene la información y el conocimiento para el modelo económico en el que nos encontramos. Pasamos de un modelo agrícola en el que la tierra y el trabajo eran fundamentales a otro como el industrial en el que el capital es clave, para llegar al modelo del conocimiento, donde el saber se convierte en el elemento diferenciador y la ventaja competitiva de una empresa.
Manuel Castells, en su libro La Sociedad Red, habla del informacionalismo para diferenciarlo del industrialismo, capitalismo o estatismo. El informacionalismo aparece como un paradigma tecnológico que sustenta la sociedad red que propone Castells: sociedad que nace de una revolución tecnológica centrada en el conocimiento y que genera una economía
- Donde la información es fundamental para ser más competitivo y mejorar la capacidad de producción
- Una economía global gracias a esa tecnología
- Que vive en una sociedad red que a su vez genera empresas red que tienen una alta flexibilidad y operatividad, con modelos de gestión planos, alejados de las jerarquías y con gran variedad de respuestas organizativas.
Todo esto se ve alterado con los sesgos que se aprecian en el manejo de la información. Si estamos en un entorno como el actual, de lógica inestabilidad política por las elecciones y los cambios que se observan en la relación de fuerzas entre los distintos grupos políticos, el uso e interpretación de la información aumenta su impacto e importancia. No es ya sólo cómo se interprete la información que se maneja, es qué información se transmite. No es raro escuchar a algunos medios decir que ellos sólo hacen pública la información, y que su interpretación depende de “la ciudadanía”. Pero en realidad tan relevante es dar información interpretada como seleccionar la información que se da. Imaginemos un telediario que sólo da información, de modo muy aséptico, eso sí, de la corrupción de un partido político. Los que vean ese telediario pensarán que sólo ese partido es corrupto. Esto, que evidentemente es una exageración, sí permite un nivel nuevo de manipulación que se puede apreciar en los medios de comunicación.
Y no olvidemos que la información tiene impacto y valor económico y social. ¿Estoy queriendo decir que hay información que no debería hacerse pública? ¿Estoy queriendo decir que hay periodistas (si hablamos de periodistas, o gobiernos si hablamos de gobiernos) buenos y periodistas malos? Ni mucho menos, lo que quiero decir es que hemos de saber cuáles son las fuentes de la información que consumimos, que hemos de ser capaces de interpretarla y que hemos de ser capaces de convertirla en información relevante para nosotros o desecharla. No existe la información inocente o aséptica, toda tiene un valor, y por lo tanto un deseo de control.
Un gobierno responsable debería formar a sus ciudadanos para darles la libertad de poder interpretar racionalmente la información que les llega. Un gobierno responsable ha de permitir a sus ciudadanos que sean libres de construirse su propio conocimiento a partir de la información que consumen. Pero eso no gusta a todos los gobiernos. Y esto no es información, es opinión del que esto firma
3 Comentarios
Hola Juan!
simplemente genial tu artículo. ¿Hasta que punto la toma de decisiones empresariales esta determinada por nuestros sesgos?
Llegar a alcanzar una «empresa inteligente» a pesar de los datos e informaciones no parece posible si no somos capaces de salir de estos.
La cuestión es…¿podemos escapar de nuestros sesgos o admitir que simplemente eso es imposible y tenerlo en cuenta?
Un saludo
Ramón
Peazo de articulo, Juan, super trabajado. Estoy de acuerdo con lo que dices, y la primera frase de «Error» que utilizas para comenzar el articulo es muy acertada. Todos tenemos ideologías, y sesgos ideologicos, eso no lo olvidemos (negarlo sería mentir), pero de lo que se trata es de filtrarlos, ser conscientes de que están ahi, para que no nos dañen más la objetividad de lo que lo hacen. Un saludo
Totalmente de acuerdo con todo.
La crítica de fuentes, fundamental en el análisis historiográfico y de la Historia con mayúsculas.
Y sí, asistimos al peligro de morir de sobreinformación.
Por todo ello.
Importante un «contrato social» y un consenso político para redactar una Ley Educativa progresista, inclusiva, participativa, etc. No sometida a los vaivenes políticos y disciplinas de partido.
Carmen dixit.
Saludos a tod@s!!!