¿Qué tienen en común los Rolling Stones, la Aspirina y la Coca-Cola?

20 julio 2020

Los Rolling Stones acaban de estrenar “Criss Cross”, una canción inédita, que se convierte en el segundo lanzamiento de la banda británica en tiempos de pandemia, tras la publicación en abril de “Living In A Ghost Town”. Para los más escrupulosos, diré que “Criss Cross” es una revisión de un tema que grabaron en 1972 en Jamaica pero que no llegó a ver la luz. De hecho, están a punto de lanzar una reedición de su álbum clásico «Goat Head Soup» en un formato de lujo, con nuevas mezclas y con temas inéditos como el mencionado. Por otro lado, en febrero, anunciaron su nueva gira estadounidense “No filter 2020” que tuvieron que posponer por la pandemia y que, probablemente, realizarán entre 2020 y 2021.

Nada extraño en un grupo de rock: encerrarse en el estudio para grabar nuevos temas, lanzar álbumes, planificar giras…. ¿Hay algo inusual? ¡Sí! Lo sorprendente es que Mick Jagger y Keith Richards ya tienen 76 años y el imperturbable Charlie Watts, el gentleman hecho batería, tiene 78 años. La juventud la aportan los lozanos 72 años de Ron Wood…

El ciclo de vida del producto.

Los Rolling Stones irrumpieron en la escena musical en 1962. Cincuenta y siete años, repito, 57 años después de la formación de la banda, siguen en la cresta de la ola. Más allá de ser los reyes del rock (¿o del rhythm & blues?) son, desde hace años, un fenómeno a analizar por su incombustibilidad. No emiten signos de decaimiento…

Cualquier producto, en cualquier mercado, tiene, inevitablemente, un ciclo de vida. El producto nace, crece, se estanca, decrece y muere. Es ley de vida. En el caso de los Rolling, sorprende particularmente la longevidad, unida a la intrínseca calidad y fuerza Stone.

Obviamente, no todos los discos de su trayectoria son igual de “redondos” y, para gustos, colores…. Desde mi óptica, la primera década de los Stones fue la que aportó frutos más gloriosos, como “Beggars Banquet” (1968), “Let it bleed” (1969), “Sticky Fingers” (1971) o “Exile on Main Street” (1972), pero no son nada desdeñables obras posteriores como “Tattoo You “(1981) o “A bigger bang” (2005). O su último disco hasta la fecha, “Blue & Lonesome” un álbum de versiones como homenaje al blues, el género que practicó la banda en sus inicios y del que ha bebido siempre.

Desde hace décadas, cada vez que se anuncia una nueva gira del mítico grupo inglés todos nos preguntamos si será la última. Y así seguimos, gira tras gira. Ahí los tenemos, dando conciertos como el gratuito de la Habana en marzo 2016, un hito histórico, con centenares de miles de asistentes. La capacidad de atraer multitudes (y de generar negocio) de los Rolling Stones se mantiene intacta (muy recomendable el documental de Netflix)

El valor de la marca.

Desde hace décadas, los conciertos de los Stones son muchos más un exponente de marketing corporativo (interpretan sus temas históricos) que de marketing de producto (la clásica promoción del último disco).

La marca “Rolling Stones” (y el famoso logo lingual) se creó y consolidó en los sesenta y desde entonces no ha hecho más que acumular valor. Desde hace años, los ingresos principales de los Stones proceden de las giras (más que de los royalties de sus discos).

Cada concierto de los Rolling Stones es un verdadero espectáculo, con un escenario apabullante, grandes pantallas de televisión y toda la parafernalia imaginable y, claro, la fuerza y el ritmo infernal de sus satánicas majestades interpretando su repertorio de grandes éxitos.

 La experiencia de consumo.

Para cualquier grupo musical, un concierto suele ser una excelente forma de dar a conocer un producto nuevo (disco), para incitar a su compra y disfrute y, por otro, es una experiencia de consumo.

En el caso de los Stones, empresa y producto singular donde los haya, desde hace ya muchos años los conciertos son por encima de cualquier otra cosa una experiencia —única e irrepetible— de consumo. No dan a conocer un producto nuevo, sino que, por así decir, se dan a consumir a ellos mismos (del mismo modo que no es lo mismo degustar un producto envasado que tenga el sello de los hermanos Roca que cenar en El Celler de Can Roca).

Los Rolling Stones son los principales mitos vivientes del rock. Son un caso absolutamente atípico de longevidad. Y ahí está la respuesta a la pregunta del título del artículo.

En su mercado, el de las bandas de música, los Rolling se han convertido en un producto de inusual larga vida, como le sucede a la Coca-Cola en el mercado de las bebidas y a la Aspirina en el mercado farmacéutico. Son tres marcas universales y longevas, que siguen aportando valor.

La Coca-Cola nos da la ‘chispa de la vida’, la Aspirina nos quita quebraderos de cabeza, y los Stones —y esperemos que por muchos años— nos brindan SATISFACCIÓN.

Duren lo que duren, siempre sentiré simpatía por estos diablos que, en edades supuestamente propias de paseos al sol, partidas de dominó y cuidado de nietos, siguen rebosantes de energía, vitalidad y ganas de nuevos retos, lanzando nuevos temas y ofreciendo conciertos de rock a lo largo y ancho del mundo como si el tiempo estuviera eternamente de su lado…

Artículo escrito por Enrique de Mora

Consultor estratégico, conferenciante y escritor.

1 Comentario

  1. Emília Melero

    ¡Impresionante!
    Gracias Enrique, de parte de una fan de los Rolling!

    Responder

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