Ovejas que ladran que quieren ser creativas: 5 realidades (duras) sobre la creatividad

10 mayo 2021

1+1:33

La columna de:

David Asensio

Un tiempo atrás fue la marca personal. Después, la transformación digital. Como no, el emprendimiento. Ahora le toca el turno a la creatividad.

La creatividad es la industria del mañana… Es la agenda del World Economic Forum. El año internacional de la economía creativa, La UNESCO declara el año internacional de la creatividad y la innovación… Las empresas pedirán como soft skill la creatividad en primer lugar. España tiene que ser una economía creativa, hay que cambiar el sistema educativo para fabricar más creativos…” 

Los medios de comunicación se llenan todos los días con el mismo tipo de frases. Si de pequeños teníamos miedo al “monstruo” que habitaba nuestros armarios, ahora tememos a la incertidumbre. Y la receta parece clara: la creatividad nos salvará de morir engullidos por esa incertidumbre.  

A todo esto le podemos añadir nuevos descubrimientos: la creatividad fue la clave para sobrevivir como Homo Sapiens y evolucionar respecto al Neandertal. Aunque tal parece que ha sido Pixar quien ha descubierto la creatividad y el liderazgo creativo. O, incluso, quien no ponga en su perfil de Linkedin que es creativo… estará considerado un paria para los demás. 

Ante tanta moda… como mente inquieta, algunas preguntas sobre la creatividad 

¿Qué habíamos hecho hasta ahora que tanto necesitamos aferrarnos a la creatividad como el bote salvavidas que hubiera necesitado Leonardo Di Caprio en Titanic? 

Siempre he pensado que antes de hablar del futuro que nos gustaría, tenemos que saber de dónde venimos, porque si no siempre acabamos repitiendo los mismos errores de siempre. 

Empecemos por lo básico. La Real Academia de la Lengua dice que creativo es el “profesional encargado de la concepción de una campaña publicitaria”. 

Leyendo esta definición… parece que o trabajas en una agencia o nunca serás creativo. No es que sea muy relevante la definición pero nos ayuda a entender muchas cosas.

Por ejemplo, ¿cómo voy a ser creativo yo que trabajo en una pequeña empresa? ¿Eso no es cosa de los que salen en Mad Men? Al final, esa reducción nos lleva a que ser creativo es una profesión, algo muy concreto, dotado de un don, que pocos tienen y, la consecuencia, es que gran parte de nuestras ideas acaban en el desagüe…

Las escuelas matan la creatividad…

En el otro lado del ring tenemos al aclamado Ken Robinson y su frase que hiela conciencias: “las escuelas matan la creatividad”. Esas escuelas que no dejan salirnos del camino fijado, de ideas fijadas en libros de textos que tendemos a memorizar para que un 5 nos salve la vida, a cualquier precio. 

Este país vive de jugar a los dados con leyes educativas. Las hubo, las hay y las habrá casi cada legislatura. Pero algo no cambia, la estructura y la forma de involucrar la creatividad en nuestro día a día educativo —como el espíritu emprendedor, que no existe en las aulas, no como germen de empresarios sino como un estilo de vida.

Y qué decir de la creatividad en los contextos familiares y sociales. ¿No debería ser una explosión de talento facilitar que nuestros hijos se desarrollen en aquello donde son diferentes y que pueden disfrutar de una aportación extraordinaria al mundo? A cambio, seguimos pensando en el camino lineal de aprobar, estudiar una carrera y tener un camino “predeterminado” que, pasados unos años, y por desgracia, suele ser bastante desmotivador. 

Mientras, una oleada social nos dice un día si y otro también que hay que ser creativos. Pero estamos oxidados, cuando brotaba nuestra imaginación siempre había quien nos decía: “baja a la tierra”.

Imaginar, pensar más allá, darle vueltas a preguntas complejas… parecía que no nos daría de comer. Eso no permitía aprobar. Y poco a poco cerramos nuestras escotillas creativas.

Empresas y ¿talento creativo?

Llevamos más de un siglo, como dice Gary Hamel, en empresas que decían sin parar a sus trabajadores aquello de “no te pago para pensar”. O frases que todos conocemos del estilo “esto siempre se ha hecho así”.

O cargos llenos de ego y seudo autoridad que por debajo de ellos nadie podía tener ideas brillantes. El brillo siempre lo aportaba el mismo… o eso creía él. El problema es que muchas de esas empresas acabaron y acaban en el cementerio, y los empleados en ERE.

Hubo (¿hay?) un tiempo donde se creía (¿cree?) que la creatividad no suma en la cuenta de resultados. La clave es vender, ser eficientes y cumplir de forma estricta con nuestros horarios. A quien le va bien este modelo, no lo quiere cambiar. Quien no llega si quiera a este estado de mediocridad, con fecha de caducidad, parece que aspira a ello.

Por eso es fácil ver cómo una vez que una empresa tiene un cierto reconocimiento en el mercado, la cuestión es repetir y repetir. No salirse del carril. Como mucho, le ponemos un nuevo nombre al producto, una etiqueta más cool.

Una vez alcanzada una cierta repercusión, nos olvidamos de la creatividad. Eso que nos ayudó a llegar hasta donde estamos, la desechamos y ahora le toca jugar a nuestro ego.  ¡ASÍ NOS VA! 

La prostitución de las palabras…

Luego tenemos un mal endémico: prostituir palabras. Confundimos creatividad con innovación. Innovación con ser disruptivos. Hacemos creer que por decir que somos ágiles, ya somos una empresa creativa. 

Nota: si has hecho un curso online de metodologías ágiles, no quiere decir que ya seas tan creativo como Elon Musk. El problema es que si dejas de aprender, te acartonarás igual que la cara de Stallone y su botox.

Pero lo peor de todo: a veces esa necesidad de creer nos hace “tragarnos” auténticas locuras. Y esto se contagia: hay quien piensa que podemos pasar a un país de economía “naranja” a golpe de decreto o de Plan Estratégico… pero no, esto es algo cultural, de largo plazo, casi tectónico.

Tenemos un problema de liderazgo cuando consideramos, en las empresas, que creatividad es hacer un evento con un gurú de alto impacto en redes. Nos hacemos unas fotos, nos da el subidón del momento y volvemos… ¡al día a día! Volvemos a los presupuestos, a ese cliente que no entendemos muchas veces, a los círculos y compartimentos estancos de nuestras organizaciones y a buscarse la vida.

Como le gusta decir al Cholo Simeone: “vamos partido a partido”. Y, de repente, sin verlas venir, como una tormenta perfecta, estamos en una crisis. Un cliente que nos deja, una economía rota, un mercado que quiere más de lo que le podemos ofrecer, una competencia astuta y que ni nos enteramos de lo que hacía.

Lloramos, rezamos por ser creativos en momentos de crisis. Sin saber que NO ser creativos fue, precisamente, lo que nos llevó directos a esa mediocridad.

No busques creatividad cuando estés en la UVI: entrénala mucho antes

Creatividad, en definitiva, es un estilo de vida, de trabajo, de oxigenar, mirar diferente, pensar, experimentar y nunca quedarse quieto. Y se sirve en frascos pequeños, no a borbotones. La creatividad es una vacuna contra la enfermedad de una muerte lenta. Es el antioxidante que necesita una organización. Es la sabia de la que se nutre el árbol longevo. Pero, por desgracia, no la cuidamos, no la trabajamos, no la educamos, no la explotamos. Y querer tenerla cuando estamos en la UVI no es la solución. 

Empieza por lo básico: deja de beber la misma cerveza de siempre y prueba otras, estarás descubriendo que el mundo es mucho más grande que tu miedo. 

¿Quieres una definición de creatividad?

 “No se trata de quién tiene la idea más grande. Sino quién sabe usar la idea que tiene”.

No importa el tamaño de tu idea, sino que sea la idea adecuada para el problema, necesidad o solución que buscas.

La creatividad siempre ha estado entre nosotros. Tras una revolución tecnológica, una solución a un problema (del más pequeño al más grande) siempre está presente la creatividad. A pesar de ello, seguimos pensando que no somos creativos, que nuestras ideas son una locura y que no llegarán a ningún lado.  

Por esa razón, para ser creativo no tienes que compararte con Elon Musk o con Dabiz Muñoz. Una vez más, no se trata de tamaños, se trata de dar con la idea correcta. Quizá con un 6 de creatividad ya te valdrá, así que deja de compararte con los demás.  

1.- La creatividad es una filosofía. No un salvavidas a corto plazo

El ser humano está en modo desesperación. Se tiene que reinventar, tiene que sanear las cuentas y, en modo pánico, se agarra a cualquier cosa que le saque del hoyo lo antes posible. Ojalá me confunda, pero al igual que pasa con la marca personal, se está utilizando la creatividad para “lucirse” en redes sociales, para que vean que somos cool. Pero yo lanzo estas preguntas:

  • ¿Realmente creemos en ella?
  • ¿Realmente aceptamos ideas de nuestro equipo, ideas que sean mejores que las nuestras desde nuestra posición de jefe?
  • ¿Realmente aceptamos que nos podamos confundir?
  • ¿Aceptamos que nuestros trabajadores pregunten, sean curiosos, y aporten ideas?  

Hablamos mucho del talento, otro tema en el que se nos llena la boca.

Pero si realmente no creemos en su talento, tampoco estaremos creyendo en la creatividad de los mismos. ¿Y entonces para qué los hemos contratado?  

La creatividad, su mimo, cuidado y entreno debe formar parte de los valores de toda organización. Sólo así se consiguen cambios estructurales, de alto impacto, junto a una ejecución exquisita de un equipo comprometido.

Y da la casualidad que los equipos de alto rendimiento y creativos lo son porque están motivados y pueden desarrollarse. En lugares oscuros, tóxicos y atados no nace nada con sentido.  

2.- Los polvos rápidos pueden relajar, pero uno lento es inolvidable

A todos nos gusta un “aquí te pillo, aquí te mato”. Pero seamos sinceros, siempre recordamos lo que ha durado horas, lo intenso, lo diferencial. Con la creatividad pasa igual: requiere tiempo y ahora se le está pidiendo recetas para antes de ayer. Y no se trata de eso.

La creatividad se cocina a fuego lento, probando ideas, curioseando las recetas, tirando la tortilla a la basura y volviendo a empezar… Algo que, en estos momentos, pensaríamos que es un sacrilegio.

Pero las empresas creativas lo saben: la innovación no es inmediata, las soluciones no son fáciles, se necesita espacio, libertad, experimentación, probar… ¡tiempo de cocción! No hay creatividad de chistera del mago y de éxito inmediato. Eso no existe… ni se le espera.  

3.- El liderazgo creativo no existe. El líder debe ser creativo de serie

Parece que ahora que Pixar publica libros, ha nacido el liderazgo creativo. Y que yo sepa, todo líder, si lo consideramos así, ha tenido que ser creativo (si, de verdad, lidera). Ha creado una visión que nadie veía, ha creado unas circunstancias para que se hagan realidad, ha creado un equipo que un principio no creía en él ni en el propósito… Pero no, solamente Pixar ha creado lideres creativo.  

¡¡Qué poco confiamos en nosotros mismos!!

4.- Si esperas el feedback de todos, no crearás nada

Somos seres replicantes. Nos encanta seguir modas para sentirnos dentro del grupo. ¿Sabes por qué? Básicamente para que no piensen que nuestras ideas son pura locura. Si la idea de otros nos lleva al éxito más rápido, nos subimos a ella. En la nuestra tenemos que ser nosotros los que demos el paso. No será otro quien se caiga por nosotros y eso, antes de empezar, ya produce sudores.  

La creatividad suele implicar que llevas la contraria a los demás. Conducir una situación hacia otro contexto totalmente diferente. Implica no hacer caso al feedback que te dan los demás y arriesgarse. Mientras tanto, si haces caso a los demás, no estarás siendo creativo, estarás siendo una oveja que ladra más. 

5.- Por mucho que nos empeñemos, ¡el caos es constante!

Desde los inicios del ser humano, hemos vivido en la incertidumbre. Así que dejémonos de chorradas. Y en esos contextos tan complejos han surgido siempre personas, marcas, organizaciones que innovan de forma constante. Saben anticiparse a tendencias. Saben, incluso, crear tendencias. Averiguan la manera de navegar en el miedo, aprovecharse de esa complejidad y hacerse fuertes usando el combustible creativo del conocimiento humano. Así que, no esperes a que el caos se resuelva para actuar o fomentar la creatividad, porque eso nunca sucederá.

No lo olvides, la creatividad siempre gana:

Estas cinco claves se pueden resumir en sólo dos ideas que espero te lleves de esta reflexión de una mente inquieta:

Cree más en ti y en el talento de tu equipo (siempre tenemos equipo). A veces necesitas protegerte de modas, sobre todo las que te prometen los ‘polvos mágicos’ indoloros, fáciles e inmediatos… eso no existe en una empresa creativa e innovadora.

Ama las caídas sobre todas las cosas. El que se cae, si sabe caerse, es también quien más aprende, quien más acaba innovando sobre todas las cosas.  La clave, y solo hay una clave: no te mueras cayendo. Experimenta con red, pero hazlo. Y cuando algo salga bien, no te conformes. Explótalo, pero mejóralo de forma incansable.

Si, en cambio, quieres seguir siendo una oveja que ladra, siento que quieras perder la oportunidad de ser tú mismo e impactar con tus ideas.

Artículo escrito por David Asensio

Fundador de Chocolate Rojo

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