Como suelo decir, el uso del lenguaje es una divisa, un catalizador que permite conectar personas, ideas, pensamientos… Y Teresa Baró lo dice muy claro y directo: «es imposible no comunicarse».
Imparables es un libro plagado de ideas, recetas, «no es un tratado sobre feminismo, ni un manual para resolver problemas familiares. Me centro en la empresa, en todo tipo de profesionales y de todos los niveles (…) dirigido a mujeres que empiezan o que sientes que podrían llegar mucho más lejos y que están cansadas de su situación»
Desde Sintetia compartimos su misma aspiración: «ojalá la próxima década comience con mucha esperanza, pero sobre todo muchísimas personas luchando por la igualdad»
Teresa Baró es una de las mayores especialistas en el campo de la comunicación directiva y acompaña a mujeres profesionales para que tengan un mayor liderazgo y visibilidad.
—Teresa, “Comunicación para mujeres que pisan fuerte”, ¿qué se encontrará el lector con este libro y cómo te ha surgido esa necesidad de dirigirte a las mujeres que quieren impulsar su carrera profesional?
Los cursos y los libros de habilidades para profesionales están plateados de una manera genérica y olvidan que las inseguridades, las situaciones a las que se enfrentan y el estilo de comunicación de hombres y mujeres son distintos.
Quizás lo que le sirve a un hombre no le sirve a una mujer. O ella tiene la necesidad de resolver unas situaciones concretas que nunca se ponen como ejemplo. Y, en parte, es porque siempre partimos de patrones de comunicación y liderazgo masculinos. Y muchos formadores en habilidades son hombres.
Mi libro aporta esta otra mirada y da soluciones a problemáticas que afectan mucho más a las mujeres.
—De todos los que analizas con detalle en el libro, ¿Cuáles son los estereotipos que aún tienen las mujeres profesionales y que un verdadero lastre profesional y social?
Probablemente, lo que más nos limita —y no somos plenamente conscientes de ello— es el modelo de que la mujer buena (y femenina) no es ambiciosa, es discreta y está al servicio de los demás.
Todo esto, sumado, provoca que todavía tengamos actitudes en la empresa que son las propias del ámbito familiar y doméstico tradicional.
Procuramos (las mujeres) complacer a todo el mundo, evitamos el conflicto, especialmente con los superiores (el padre), cargamos con tareas de poco valor, no nos postulamos para cargos superiores y evitamos los roles que exijan visibilidad.
—El valor del tiempo de una mujer hoy NO es el mismo que el de un hombre, ¿a qué se debe este fuerte desequilibrio?
Es el lastre de siglos en los que la mujer no ha recibido compensación económica por la crianza de los hijos, el cuidado de los mayores y las tareas domésticas. Aunque esto tiene un alto valor social y económico, ella no ha cobrado a cambio. Por eso, la percepción es que estas tareas no son ni siquiera “un trabajo”.
Además, hay otro tipo de discriminación: cuando las mujeres se incorporan al mundo laboral es para hacer tareas de menos valor en el mercado, han sido y son mano de obra barata y se las ha considerado durante mucho tiempo menos capaces, inteligentes o aptas para muchas profesiones.
A lo largo de la historia, las mujeres han renunciado a tener su propio tiempo —y su espacio— a favor del tiempo de sus parejas o hijos. Y esto, a juzgar por las cifras que nos dan los últimos estudios, sigue pesando en muchas familias.
—Sin embargo, el tiempo es crítico para crecer profesionalmente. ¿Cuándo no dominas tu tiempo, no dominas tu crecimiento personal?
Exacto. Te tienes que arreglar con las migajas: estos ratitos que te quitas de tu descanso o de algo que te gustaría hacer por placer, o haciendo malabares con el horario o aprovechando la noche. Y esto es agotador. Y no son las mejores condiciones para pensar, analizar, crear, planificar o tomar decisiones.
A muchas nos faltan horas para formarnos, para dedicarnos más y mejor a proyectos que nos pueden visibilizar dentro y fuera de la empresa. A veces renunciamos a trabajos que exigen viajar…
— No crees en las diferencias entre el liderazgo femenino y masculino, ¿Cuál crees tú que son las bases de un liderazgo sólido e inspirador?
Pienso que seguir hablando de liderazgo femenino y masculino es perpetuar unas diferencias de género que no nos benefician a nadie.
Cuando nos guiamos por estereotipos, estamos limitando nuestra mente, etiquetamos a la ligera a las personas, creamos unas expectativas de comportamiento que a veces no se cumplen y esto no tiene por qué ser malo. Los estereotipos provocan el rechazo del grupo a quien no los sigue.
Y esto ya deberíamos superarlo como sociedad.
Pienso que nos ha servido durante un tiempo para hablar de otro estilo de liderazgo (el femenino) que aporta mucho al estilo tradicional (masculino). Pero me gustaría pensar que cualquier persona, sea cual sea su género, tiene una serie de habilidades que la hacen buena líder en su entorno. Y ya está.
Un liderazgo sólido e inspirador es el que ejerce una persona de mente abierta, observadora, empática, flexible, humilde, honesta, positiva, responsable… y preparada técnicamente, eficaz en la gestión, con objetivos claros y capacidad para la planificación.
—¿Es la comunicación una divisa demasiado valiosa para no cuidarla y mejorarla como profesionales?
La comunicación de calidad es la base de todo: no sólo aporta más productividad sino también más bienestar laboral, más capacidad creativa, más resiliencia.
A veces, se invierte mucho en publicidad o en comunicación institucional de la empresa, pero se descuida la comunicación de las personas que trabajan en ella. Incluso se ponen personas con muy pocas habilidades en puestos como atención al cliente, gestión de equipos o, incluso, portavocía.
Hay empresas que se dan cuenta de que es una inversión clave. Otras no, y lo entienden como un gasto. No son conscientes de los grandes beneficios que puede aportar un equipo bien cohesionado, liderazgos potentes y personal que se expresa libremente y con claridad.
—Y, ¿cómo es que la comunicación no está insertada a fuego en la educación o no está valorada lo suficientemente en nuestra sociedad?
Probablemente porque venimos de otro modelo, mucho más patriarcal y autoritario, donde la jerarquía era la forma básica de comunicación.
¿Para qué necesitas expresarte correctamente y con seguridad si tu misión en la vida es obedecer? Los que sabían comunicarse, especialmente para el liderazgo, eran las clases dominantes. Y mayoritariamente hombres. Lo que se fomentaba en la escuela era el silencio y la obediencia.
A medida que una sociedad se democratiza y se vuelve más horizontal, tenemos que aprender a comunicarnos todos a otro nivel. El poder no se puede ejercer autoritariamente sino de manera más persuasiva. Y en esta evolución entran en juego las mujeres, que se incorporan a lo público, a la empresa y a la política. Pero la mayoría arrastran estilos de comunicación más apto para lo doméstico que para ejercer una auténtica influencia fuera del ámbito familiar.
Estamos en pleno proceso de cambio y concienciación. Vamos hacia un aprendizaje de habilidades para unas relaciones constructivas y al mismo nivel, superando las diferencias de género.
—¿Qué 3 cosas pueden matar una buena comunicación?
La falta de escucha y atención, el exceso de información y los malos modales.
—Abrirse camino en el terreno público, con marcas personales sólidas y un liderazgo reconocido socialmente es todo un gran reto, ¿Por dónde tiene que empezar una mujer que nos esté leyendo ahora mismo?
Por tener claros los objetivos. A veces hacemos grandes esfuerzos sin saber para qué. Una vez sabes qué quieres alcanzar y para qué, hay que planificar. Y, por supuesto, pasar a la acción. De nada sirven los grandes sueños, o los planes brillantes si no avanzas día a día.
—Tú que hasta estudiado en profundidad este ámbito, ¿qué 3 aspectos tienes que cuidar al máximo en una comunicación NO verbal?
Conocerte bien para saber lo que transmites, saber observar e interpretar al interlocutor en el contexto y poder planificar los momentos cruciales de tal manera que puedas conseguir la imagen deseada e influir en los demás.
—Y, a este respecto, aunque lo describes muy bien en tu libro, ¿puedes resumirnos las claves de una inteligencia NO VERBAL?
- El primer pilar es ser buen observador. Si no ves los mensajes de los demás, poco podrás hacer.
- Además, hay que interpretarlos correctamente para poder adaptarnos y reaccionar adecuadamente.
- También tenemos que ser dueños de nuestra propia comunicación no verbal, tomando la iniciativa, diseñando nuestras acciones.
- Y, por último, es clave que nos mantengamos entrenados durante toda la vida. Nuestra inteligencia no verbal se puede desarrollar cada día.
—¿Quién son para ti algunos ejemplos de mujeres que están rompiendo las barreras y pueden ser una buena referencia a la que mirarse?
Dos mujeres jóvenes que ya son símbolos de una época son Greta Thunberg y Malala Yousafzai.
Si hablamos de mujeres en la política tenemos a Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda.
En la empresa, hay muchas mujeres que están liderando grandes proyectos, pero suelen ser menos conocidas. Quizás una de las más célebres es Sheryl Sandberg, CEO de Facebook, por su implicación en la mejora de la posición femenina en el mundo profesional.
— Hablas de autenticidad, ¿cómo la defines? ¿se puede ser auténtico en el campo profesional y, a la vez, en el personal?
Sí, se puede ser auténtico. Y es necesario para ser creíble. La autenticidad te permite estar en paz contigo misma. Pero tiene también sus efectos hacia el exterior: desprendes más carisma, te distingues de tus competidores.
Pero hay que tener en cuenta una cosa: la autenticidad hay que trabajarla. Ser auténtico no significa descuidar tu imagen, decir lo primero que se te ocurre o prescindir de lo que piensan los demás. La autenticidad es fruto del autoconocimiento y de un profundo trabajo personal para dar lo mejor de ti.
— Hay quien cree que esa autenticidad puede ser una debilidad, el hecho de sentirnos siempre analizados y evaluados en todo lo que hacemos nos lleva a pensar que a veces es mejor ponerse una “careta”. ¿Qué opinas?
Creo que tenemos que controlar nuestra comunicación, definir la imagen que queremos transmitir en el ámbito profesional y público. Pero esto no está reñido en mostrar cómo somos, nuestra personalidad, los valores que nos rigen, incluso nuestras debilidades y fracasos. Si por autenticidad se entiende mostrarlo todo, compartir tu vida privada en las redes… entonces creo que sí, nuestra imagen, incluso nuestra propia persona es más vulnerable.
— Para mí, no se puede gestionar sin sensibilidad. El viejo liderazgo frío, calculador y sin emociones puede ser muy peligroso. ¿Crees que la sensibilidad puede ser una herramienta sólida para transformar a las empresas y a la sociedad?
Sin duda. Estamos gestionando equipos formados por personas, con sus problemas, ilusiones, circunstancias personales.
En esta nueva forma de liderar hay mucho de seducción: escuchar para comprender, motivar, apoyar, reconocer, delegar, incluso pedir ayuda a las personas que colaboran contigo. La sensibilidad para apreciar la diversidad, valorar las ideas creativas e innovadoras, aceptar las emociones de los demás es una de las grandes virtudes de la persona que lidera.
Y en esto las mujeres estamos muy preparadas. Y tenemos que utilizarlo en lugar de renunciar a estas capacidades.
—En tiempos de pandemia, de mucha incertidumbre, de ansiedades que saltan por los aires y mucho paro, ¿qué papel juega la comunicación?
Si concretamos en las mujeres profesionales, hay que advertir que tendremos que afilar nuestras habilidades para lidiar con situaciones más complejas todavía que antes: conciliación teletrabajando, mantener el puesto de trabajo y relacionarte bien con compañeros, clientes y superiores en situaciones de mucha más tensión… y algo muy importante: mantener la visibilidad en un entorno laboral virtual.
Tenemos que comunicar de manera más proactiva, reclamar protagonismo, poner límites a abusos… todo esto se puede hacer con éxito si dominamos técnicas de comunicación.
— ¿Esto de las videollamadas está cambiando los paradigmas de la comunicación efectiva y de las reuniones o puede tener efectos no deseados?
Están cambiando los hábitos y, sin darnos cuenta, puede perjudicarnos.
Nos pasamos horas en reuniones y webinars, pero nos falta este momento de descanso, de relación personal. Nos falta la comunicación informal, de pasillo o cafetería, donde se tejen complicidades, se genera confianza, te pones al día de cosas importantes y no tan importantes de la empresa o del sector.
Si no tenemos otros canales para suplir esta carencia, podemos perder oportunidades, visibilidad, información clave y quedarnos cada vez más aislados. Lo que repercute también en nuestra salud mental.
—Por favor, algunas cuestiones muy rápidas, acaba estas frases:
- Para mejorar y entrenar mi comunicación suelo… analizar ensayar mis ponencias y analizar todos los vídeos que publico o se publican sobre mí.
- Todo el mundo debe trabajar en su marca personal… porque tiene más opciones profesionales y más control sobre su reputación.
- Un libro que nunca puedo dejar de releer… Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva de Stephen Covey.
- En 2030 espero que el papel de las mujeres profesionales… esté en igualdad de condiciones que el de los hombres. Que ocupen los puestos según su valía, unos y otras.
- Nunca empieces una comunicación si… no estás dispuesto a escuchar.