Tim Harford es doctor en economía por la Universidad de Oxford, columnista del Financial Times y autor de los éxitos de ventas “El Economista Camuflado”, “La lógica oculta de la vida” o “Pregúntale al Economista Camuflado”. Su último libro, “Adáptate”, es una obra magnífica, un culto a la complejidad, un análisis inteligente de cómo sobrevivir y progresar y, sobre todo cómo afrontar los nuevos desafíos globales. Tim Harford considera que “la experimentación, la búsqueda de nuevas ideas, la valentía de asumir el riesgo de equivocarnos y la habilidad de aprender de cada fracaso determinan nuestra capacidad de adaptación y posibilitan el hallazgo de soluciones a cada obstáculo que se interpone en el desarrollo de la sociedad o de nuestro día a día”. Tim Harford es conocido por enfrentarse a las preguntas difíciles de la vida cotidiana con las herramientas y desarrollos más recientes del análisis económico, pero en su última obra da un paso más, pasando a tratar el trascendental tema de la innovación.
:: En primer lugar, nos gustaría preguntarte por la evolución de tu trabajo. Con “Adáptate” has pasado de escribir sobre la-economía-en-mi-taza-de-café a enfrentarte a algunos de los problemas más importantes de la sociedad moderna. ¿Qué te llevó a ello?
Siempre me han interesado los grandes problemas. Ya había escrito sobre el desarrollo en África y en China en mi primer libro; me casé con una especialista en medio ambiente, estoy muy interesado en problemas como el cambio climático y tuve la oportunidad de trabajar en el Banco Mundial. Pero, por supuesto, con la crisis financiera sentí que uno no puede ser economista y dedicarse a escribir solo sobre tazas de café en estos momentos.
En este sentido, es cierto que una vez que decidí escribir sobre los grandes problemas, todavía estaba la cuestión de qué decir. Mis ideas han ido evolucionando gradualmente y ha habido mucho ensayo y error, lo cual es apropiado, dado que el ensayo y el error es el gran tema del libro.
:: ¿Crees, como hacía Samuelson, que quien escribe los manuales de economía tiene más capacidad de moldear un país que el propio Gobierno?
Sí, probablemente eso sea cierto. Aunque existen muchos debates abiertos en economía, la materia está definida mucho más rígidamente de lo que sería deseable. Deberíamos estar más abiertos a métodos distintos, por ejemplo. Así que, quizás, el poder real no se encuentra en quienes escriben los manuales, sino en quienes editan las revistas académicas.
:: Argumentas que el ritmo de la innovación puede estar frenándose debido a la complejidad creciente. ¿Estamos hablando de una ‘segunda derivada’ o crees que está teniendo ya un impacto real en el crecimiento? ¿Qué opinas de la hipótesis de los “Frutos muy accesibles” de Tyler Cowen? [NdelT: Hipótesis también conocida como “Great Stagnation”]
Creo que la hipótesis de la “Great Stagnation” es bastante factible, pero la innovación es, por su misma naturaleza, muy impredecible, así que debemos esperar al futuro. La mayoría de los analísticas están muy distraídos con la crisis financiera pero académicos como Robert Gordon, ya llevan más de doce años alertando sobre la ralentización de la productividad. Era un tema que me interesaba y del que trataba de hablar para dar a conocer sus trabajos, pero a nadie le importaba, ya que en el corto plazo la economía iba bien.
Ahora la economía va terriblemente mal y esos mismos analistas empiezan a tomar los trabajos de Robert Gordon, y a otros “stagnationists” [partidarios de la teoría de la ralentización de la productividad], en serio. Pero lo cierto es que tampoco tenemos nueva información sobre el ritmo de la innovación. Simplemente, nos hemos vuelto pesimistas por otros motivos (¡y por buenos motivos!).
:: ¿Cuáles son esos motivos?
Creo que hay tres grandes evidencias importantes. Una es anecdótica: se trata de observar que en las áreas de mayor importancia para la economía, como son las energías nuclear y renovables, la automoción, el transporte aéreo y los fármacos con éxito, parece que estamos progresando mucho más despacio. Los ordenadores, el software y los móviles son geniales, por supuesto, pero representan solo una pequeña porción de la economía.
La segunda evidencia consiste en el descubrimiento por parte de Robert Gordon de que existe una ralentización en la productividad de Estados Unidos desde principios de los 70.
La tercera se basa en las patentes y las citas académicas. La patente moderna o el artículo científico medio actual es producido por un equipo cada ves más grande (en número), más mayor (en edad) y con campos de especialización más concretos. Hoy se necesita un esfuerzo de equipo –que no individual- mucho más complejo –que no más simple- para producir una nueva idea.
De todas formas, soy una persona optimista de los pies a la cabeza. No me interesa si la innovación es más lenta o más rápida que en el pasado. Estoy más interesado en cómo promoverla, que es una de los temas que trato en el libro.
:: ¿Qué ha sucedido con la “frontera tecnológica” durante la crisis? Una de nuestras esperanzas para España es que la frontera se haya desplazado tanto que el proceso de recuperación (catch-up) nos salve en el medio plazo. ¿Será dicho proceso tan rápido como los que hemos conocido en el siglo XX?
Nadie lo sabe. Espero que tengas razón y que dicho catch-up sea bastante rápido. Pero el problema de España es el punto hasta el cual la economía estaba siendo guiada por inversiones en capital que ahora parecen inútiles –como casas en las que nadie vive-.
:: Pareces estar de acuerdo con Gary Hamel sobre el problema de las empresas con la adaptación. ¿Cómo pueden las empresas grandes y establecidas ganar flexibilidad, agilidad y creatividad?
Las empresas grandes tienen ventajas, también. Por ser grandes, pueden permitirse intentar muchos pequeños experimentos, y pueden también compartir el resultado de aquellos más exitosos con un mayor número de personas. Esto es particularmente fácil de conseguir con pruebas iterativas e incrementales con (por ejemplo) la fijación de precios, la colocación de producto o el diseño web. Pero en principio también es posible hacerlo con think-tanks internos y con laboratorios de innovación.
En la práctica, se trata de dos problemas: las empresas grandes que han tenido éxito en el pasado y que, por ello, se convierten de forma natural en desconfiadas frente a las ideas nuevas; y por otro lado, las empresas grandes tienen grandes jerarquías, y ello significa que puede resultar tremendamente difícil que el feedback (tanto de las buenas como de las malas noticias) llegue rápido a las personas que toman las decisiones.
¿La solución? No hay soluciones fáciles, pero sugiero una cosa: hacer de los experimentos una rutina en los negocios.
:: ¿Qué consejos darías a un joven emprendedor, en tres frases breves, acerca de su “adaptabilidad”?
Busca “apuestas pequeñas” –experimentos que puedas probar que no te dañen mucho si fallas-. Pide a la gente su opinión y consejos, y escúchales sin estar necesariamente de acuerdo en todo –y asegúrate de que lo haces con una variedad amplia de personas con distinta visión-. No te preguntes solo “¿qué ganaríamos si esto tuviese éxito?” sino también “¿qué aprenderíamos si fallase?”
:: España es notoria por su actitud negativa frente al riesgo y el fracaso. ¿Podemos hacer algo respecto a ello o estamos condenados a esperar décadas por el cambio cultural? ¿Cómo percibes la “Marca España” desde el Reino Unido?
Cuando pienso en España pienso por supuesto en historias de éxito basadas en la forma de aproximarse al consumidor, como el Banco Santander o Zara y por supuesto toda la comida española. Pienso también en grandes y caros proyectos de infraestructuras. ¡No sé si esta percepción es precisa!
Respecto a las actitudes culturales respecto al trabajo, pienso que mucho de ello tiene que ver con el contexto en que se entienden el “éxito” y el “fracaso”. A nadie le gusta un fracaso “genuino” o total, pero en Silicon Valley la gente no concluye que alguien que lanzó un negocio y acabó en la quiebra es “un fracasado”. Parte del problema, por tanto, tiene que ver en parte con cómo definimos dichas palabras, y ese tipo de cosas pueden cambiar.
:: ¿Algún ejemplo?
Se me ocurre un ejemplo. Las culturas de Japón y de Corea son también percibidas como adversas al riesgo, en las que el miedo a perder convierte a la gente en una actitud muy conservadora. Pero la psicóloga Carol Dweck ha observado que a los niños asiáticos les encanta experimentar y fracasar delante de una pizarra en la escuela. Las cosas rara vez son tan simples, o reales, como nuestros estereotipos –incluso los estereotipos sobre nosotros mismos-.
:: Lo mismo podríamos pensar sobre cómo nuestros políticos toman sus decisiones. Parecemos tan reacios a admitir que no sabemos algunas cosas que, en vez de adoptar una aproximación basada en el ensayo y el error, parecen saltar de un gran error hacia otro. ¿Crees que Internet y la blogosfera están teniendo algún tipo de influencia positiva en estos problemas?
Como casi siempre, hay cosas negativas y positivas. Creo que Internet está poniéndoselo más fácil a quienes buscan rápidamente hechos o respuestas: si los políticos usan mal la evidencia o las estadísticas, son descubiertos rápidamente y corregidos. También es más fácil compartir la evidencia sobre los efectos de políticas concretas –por ejemplo, la Campbell Collaboration es una organización internacional que se dedica a compartir la evidencia internacional sobre los resultados de experimentos en educación, la reforma de las prisiones y cosas así.
Pero, desafortunadamente, la reticencia a experimentar y arriesgarnos a cometer pequeños errores para aprender es muy profunda en el ser humano. No creo que esto se corrija pronto mediante Internet o alguna otra cosa.
:: Como te preguntamos en nuestra última entrevista, nos encantaría sobre qué va a ir tu próximo libro.
Buena pregunta. Estoy trabajando en la misma línea que el Economista Camuflado pero en algo que llamo “Cómo manejar –o arruinar- una Economía”. Se trata de un libro que aborda los grandes problemas macroeconómicos como la inflación, el desempleo o los estímulos fiscales. Espero que el libro permita a los ciudadanos comprender estos asuntos y que puedan verlos de otra forma totalmente distinta.
:: Una última cuestión respecto a nuestra crisis financiera. De las siguientes tres alternativas, ¿cuál elegirías si fueras el presidente del Gobierno de España?
- Abandonar el euro y depreciar la moneda
- Pedir el rescate y aceptar duras condiciones
- Continuar jugando al “juego de la gallina” con Draghi
Siempre he sido muy reticente a decir a otra gente qué tiene que hacer, especialmente cuando se trata de un país en el que no vivo… ¡quizás por eso no pude sobrevivir en el Bundesbank!
Ahora en serio, creo que la opción (b) ofrece al presidente Rajoy la posibilidad de acometer reformas estructurales profundas (como la del mercado laboral) y culpar por ello a la Unión Europea (que se lo impone). Pero España ha de tener mucho cuidado con la “condicionalidad dura”: tratar de reducir el déficit demasiado rápido puede dañar la economía.
Por lo tanto, elegiría la opción (b), siempre y cuando el presidente Rajoy sea lo suficientemente inteligente para saber realmente como de duras son las condiciones del rescate.
….
PD: También queremos aprovechar esta entrevista con Tim Harford para recordar su maravillosa presentación en TED, la cual recoge en 18 minutos la esencia de las ideas que transmite en su libro «Adáptate». Un vídeo imprescindible y una inmejorable inversión de tu tiempo. 🙂
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