Tim Harford es doctor en economía por la Universidad de Oxford, columnista del Financial Times y autor de los éxitos de ventas “El Economista Camuflado” y “La lógica oculta de la vida”. En su nuevo libro, “Pregúntale al Economista Camuflado”, intenta responder a las difíciles preguntas de la vida cotidiana enfrentándose a ellas con las herramientas y desarrollos más recientes del análisis económico. En esta entrevista hablamos con el autor acerca de su trabajo, desde la resolución de problemas matrimoniales hasta el papel que puede jugar el sector público en nuestros hábitos de vida.
Sintetia: Querido economista camuflado, tus libros han supuesto un gran paso adelante a la hora de acercar a la población la esencia del análisis económico. Pero la aplicación de los principios de la teoría económica a temas como el amor o la amistad encuentra a veces oposición por parecer demasiado fríos o economicistas. ¿Cómo responderías a dichas críticas?
Tim Harford: La verdad es que nunca me he encontrado este tipo de críticas hacia mi trabajo. Creo que la mayoría de la gente lee el libro y se da cuenta de que se trata de una aproximación divertida. “Querido economista” está lleno de bromas, pero espero que esté también lleno de buena economía. Después de todo, las típicas columnas de consultorio personal responden a preguntas muy íntimas de una forma muy simplista e ignorando el contexto por completo. Y a los economistas también nos gusta simplificar e ignorar el contexto… ¡así que estamos en muy buena sintonía con el resto de la industria de los consejos personales!
S: En tu libro, respondes a preguntas de lectores de todo el mundo sobre problemas de la vida cotidiana. ¿Puedes contarnos alguna de las consultas que más te hayan gustado? ¿Cuál fue tu respuesta?
TH: He aquí una pregunta reciente con la que he disfrutado mucho:
“Querido economista,
Ahora que hemos completado nuestra familia, mi mujer me ha pedido que me realice una vasectomía, amenazando con retirar todo favor sexual hasta que acepte. Desde hace ya mucho tiempo, la frecuencia con la que hemos mantenido relaciones (alrededor de una vez al mes) ha sido menor de la que me gustaría (un par de veces por semana). A pesar de que no soy economista, he leído que los incentivos positivos son importantes. ¿No tendría mi mujer más probabilidad de que aceptase someterme a la operación si me prometiese relaciones más frecuentes en vez de amenazándome con retirarlas para siempre?
Dave, Londres»
«Querido Dave,
En la economía tradicional no hay una diferencia motivacional importante entre una fusta y una zanahoria, así que no puedo acusar a tu mujer de usar mal los principios de la teoría económica en ese aspecto.
Pero, incluso si tu propuesta fuese aceptada, te enfrentarías a un serio problema. Tu vasectomía sería una operación generalmente irreversible con la que buscas obtener un beneficio futuro permanente. Pero ¿cómo puedes estar seguro de que tu mujer mantendrá el pacto? Los economistas llaman a esto “Hold-Up problem”, una situación en la que un posible acuerdo se bloquea por miedo a la pérdida de poder de negociación.
Esperas disfrutar de unas 90 horas extra de intimidad al año. Puesto que no doy a tu matrimonio más de cinco años, esto equivale a unos 450 encuentros sexuales en total. Pero no existe garantía de que, tras someterte a la operación, disfrutes de ningún encuentro sexual extra. Una solución obvia es un bono de rendimiento. Tu mujer podría depositar, por ejemplo, 45.000 libras en la cuenta de un abogado. Cada vez que confirmaseis al abogado que se ha producido un encuentro sexual, éste liberaría 100 libras del depósito de tu mujer.
Quizás esto te parezca poco romántico, así que voy a proponerte una idea mejor: asegúrate de recibir el pago íntegro antes de la operación. Si los dos os ponéis manos a la obra, deberíais poder llegar a las 450 sesiones amorosas en un año, quizás en menos tiempo. Incluso podría gustaros tanto como para reflotar un matrimonio que se hunde. ¡Os sugiero que empecéis ya!”
S: Algunas de tus respuestas se basan en los últimos descubrimientos de la reciente corriente de la economía conductual. ¿Qué opinas del futuro de dicha corriente? ¿Crees que se trata de del campo más prometedor de la economía?
TH: La economía conductual es fascinante pero también hay otros campos importantes. La dificultad a la que se enfrenta está en demostrar que los resultados obtenidos en laboratorios son relevantes en situaciones más cotidianas. En mi anterior libro, “La lógica oculta de la vida”, escribí acerca del trabajo investigador de John List, que reconstruye estos experimentos de laboratorio en entornos más realistas. A menudo, los resultados cambian mucho.
S: A lgunos economistas argumentan que la “hipótesis del mercado eficiente” ha llevado a graves errores de política monetaria y que los modelos macroeconómicos deberían incorporar los desarrollos más recientes de la economía conductual. Otros piensan que la hipótesis ha sido probada una vez más, pues predice la propia impredecibilidad de los mercados. ¿Cuál es tu posición en este debate?
TH: Me gusta pensar en el problema desde la perspectiva de un inversor ordinario, el cual debería tomarse la “hipótesis del mercado eficiente” muy en serio por varias razones. En primer lugar, porque la hipótesis implica que no deberías pagar grandes comisiones a gestores de fondos, porque no pueden batir al mercado. En segundo lugar, deberías invertir con regularidad, en lugar de intentar anticiparte a subidas o bajadas del mercado, porque fallarás al hacerlo. Por último, deberías diversificar tus inversiones en el mayor grado posible para reducir el riesgo en vez de intentar hacerte rico rápidamente. La “hipótesis del mercado eficiente” no es una verdad absoluta, pero si los inversores actuasen como si lo fuese y siguiesen estas tres reglas, la mayoría de ellos tendrían mucho más éxito con sus inversiones.
S: El concepto qué más éxito ha tenido dentro del campo de la economía conductual ha sido el término “Nudge”, de Thaler y Sunnstein. “Nudging” significa, en economía, alinear los incentivos, a partir de pequeños cambios en el entorno, y dar un pequeño empujón para que los individuos tomen mejores decisiones. Pero tú has sido muy crítico con la implementación de esta nueva idea en el ámbito de la política pública. ¿Por qué?
TH: Porque los políticos están utilizando la idea del “Nudge” como una excusa para llevar los principios del marketing a las políticas públicas. En mis discusiones con distintos gobiernos he visto como ahora se centran en usar técnicas de marketing para, por ejemplo, reducir las emisiones de dióxido de carbono. El problema es que el gobierno no suele conocer la mejor manera, la menos costosa ni la más conveniente para reducir dichas emisiones. Un mayor impuesto sobre los hidrocarburos se extendería por toda la economía incentivando la reducción de emisiones allí donde pudiese resultar más barato y eficiente. En cambio, un esfuerzo en marketing del gobierno sería inefectivo. Esa es mi preocupación.
S: Nos gustaría que lo explicases con un ejemplo concreto. Los costes sanitarios están aumentando sensiblemente en la mayoría de los países desarrollados, y quizás una de las maneras más efectivas de contenerlos sería incentivar la prevención y unos hábitos más saludables. Puesto que la provisión de sanidad es responsabilidad pública en la mayoría de países europeos, ¿no deberían los gobiernos intentar “empujar” (to nudge) a la población hacia hábitos más saludables?
TH: Esa es exactamente la cuestión. Aquí no hay ningún problema con el “Nudge”, pero, ¿por qué crees que los costes sanitarios son tan altos? Es muy sencillo: porque hemos adoptado sistemas sanitarios en los que los beneficiarios no pagan el coste de su atención. Si tus facturas de la carnicería o de las tiendas de moda las pagase el gobierno o una compañía privada de seguros, podrías apostar a que los costes también aumentarían.
S: Por último, ¿podrías contarnos algo sobre tus planes futuros de trabajo?
TH: Me gustaría seguir escribiendo sobre economía cotidiana, siguiendo la línea de “Pregúntale al Economista Camuflado”. De hecho, hay cierto interés en el Reino Unido por llevar la idea de nuevo a la televisión, lo cual sería muy divertido. Pero, quizás lo más importante para mí, estoy pensando mucho acerca de la resolución de problemas políticos complejos como el terrorismo, el cambio climático o el sistema financiero. Ese es el tema del libro en el que estoy trabajando.