Soy un firme convencido del proyecto europeo, por más dudas que desata fuera (larga crisis del euro, pérdida de protagonismo de la UE,… ) y dentro (apuesta de Cameron por referéndum en Reino Unido, fuerte aparición de partidos nacionalistas y antieuropeistas , economías estancadas con niveles inaceptables de desempleo en algunos países como España..). Seguramente mi vínculo a Yuste, última morada del Emperador Carlos V que ya anticipó la relevancia de una Gran Europa, habrá influido en esta cosmovisión que os comparto en este artículo.
Por un lado, aunque a los más jóvenes se nos olvide el dato, desde la creación de la Europa Común hemos vivido el más largo período de paz y prosperidad en la región. Territorio que históricamente ha sido un inmenso ring donde hemos combatido por siglos en combinaciones de diferente signo. Por otro, en un mundo global, la creación de estructuras potentes facilita la competitividad, tanto de naciones como de empresas. No conviene olvidar que, al final del día, el nombre del juego hoy es competitividad. Y a partir de la competitividad será posible conseguir un progreso sostenible.
No obstante lo dicho, creo que el proyecto europeo se quedó sin un relato atractivo que enganche a la ciudadanía. Si UE evoca solo recortes y austeridad, apaga y vámonos. Europa necesita liderazgo y proyecto. Y a Europa le sobra burocracia y parsimonia. La imagen que podemos proyectar queda resumida en esta declaración dejada en Davos hace algunos años por el Presidente del grupo financiero turco Turkven, Seymur Tari: «En Europa Occidental la gente quiere trabajar menos y jubilarse antes, pero no se lo pueden permitir, por eso tienen ahí un problema estructural serio». Ya sé que generalizar es injusto, pero….
El análisis de la evolución de las empresas más grandes del mundo en los últimos 10 años evidencia los problemas de la UE. Cada vez hay menos empresas de la UE en el ranking de las Top 50. Esa pérdida de protagonismo es cubierto por corporaciones norteamericanas, sobre todo, y asiáticas. Profundizando en este análisis es destacable el hecho de la enorme influencia que ganan sectores como la tecnología, farmacéutico o producción de bienes de consumo (con predominio del textil) en detrimento de sectores, muy fuertes en la UE, como banca o energía. Parece claro a la vista de estos datos que la necesaria competitividad y dinamismo en la UE tendrá que pasar por una decidida apuesta por las tecnologías y la educación.
Las empresas europeas deben abrazar una verdadera revolución del talento. En la sociedad del conocimiento, el talento es el gran bien escaso. Deben cambiar las relaciones empleador/empleado. Al respecto la lectura del libro “The Alliance” del cofundador de LinkedIn Reid Hoffan, me parece particularmente inspiradora. La apuesta por el talento será factor clave de competitividad y crecimiento futuro. También a los gobernantes habrá que demandarles cambios en sistemas educativos y regulación del mercado de trabajo que llevan décadas de anquilosamiento en muchos países. Y, a nivel individual, cada cual debe asumir que tenemos que invertir en nuestro propio talento con mentalidad de aprendizaje continuo a lo largo de nuestra vida laboral.
En clave empresarial me pregunto ¿Qué futuro tenemos los emprendedores, los empresarios o las familias empresarias europeas? ¿Está Europa lista para asumir decisiones a velocidad de vértigo como se exige hoy? ¿Es compatible el estado del bienestar tal como lo conocemos actualmente con el concepto de competitividad y productividad que exigen los mercados globales?
La respuesta a estos interrogante pasa por desarrollar el concepto de “Más Europa”. Pero dar sentido a esta idea fuerza demandará mucha audacia en la clase dirigente y trabajar para construir una sociedad civil europea con mucho más peso. “Más Europa” debería significar políticas que atiendan el problema demográfico de una sociedad de pirámide invertida, gran inversión en educación de calidad adaptada a este tiempo nuevo, acometer políticas que supongan una transformación digital de instituciones, empresas y personas, …
En última instancia, creo que sería muy recomendable una evolución de la mentalidad. Es cierto que los europeos podemos sentirnos orgullosos por haber consolidado una Europa social que supone valores, derechos humanos, estado del bienestar o sanidad universal por citar algunos conceptos ligadas a este proyecto europeo común. Pero no es menos cierto que una exacerbación de políticas proteccionistas aplicadas con mirada corta ha supuesto la aniquilación del espíritu de superación, de innovación, de creatividad. No es casualidad que, en regiones europeas donde se ha impuesto con más rotundidad la cultura de la subvención por la subvención, las tasas de desempleo alcancen cotas escandalosas.
Por todo esto, abogo por el desarrollo de una sociedad emprendedora. Aclaro. No estoy sugiriendo que todos seamos empresarios. Es una tarea difícil y compleja, de alto riesgo. Pero sí que muchos podemos desarrollar una actitud más emprendedora. Actitud emprendedora que suponga un propósito de pasar por la vida dejando un legado. Cada cual es su plano de actividad. Educando una familia, consagrado a una acción social, dedicándose a la vida pública,…. Eso que acostumbro a denominar gente emprendedora, gente de calidad. Necesitamos a esa gente emprendedora en lo público y en lo privado, en la empresa, en las instituciones de todo tipo y en la política. Así que ojalá pronto las siglas de la UE pasasen a significar Unión Emprendedora.
Si algún país de la UE está ávido de mayor actitud emprendedora es nuestra España. Pronto vamos a celebrar nuestro 30 aniversario del ingreso a la UE. La entrada en Europa proporcionó un mercado millonario de oportunidades. Las políticas europeas comunes, y especialmente la existencia del euro, nos dotan de una estabilidad macroeconómica importante. En el caso de España, además, la UE ha sido fuente de ingentes cantidades de fondos que han contribuido decisivamente al progreso del país. Pero todo esto no ha sido óbice para atravesar una brutal recesión de cuyos efectivos perniciosos, especialmente en lo referido al paro, tardaremos aún años en recuperarnos. España y los españoles tenemos también que dotarnos de más actitud emprendedora. Dejar atrás comportamientos esqueistas y asumir responsabilidades individuales. Abandonar posturas cainitas ancladas en el XIX y apostar por comportamientos que nos sitúen en la vanguardia del siglo XXI. En términos empresariales trabajar en aras de la ética, la innovación, el talento, la excelencia, la reputación.
En fin, este es mi sueño que os comparto. El de una Europa y una España con una sociedad de actitud más emprendedora. Una verdadera Unión Emprendedora. Que daría lugar a una sociedad con más oportunidades y, por tanto, mejor y más libre.
1 Comentario
Lo que propones es muy cierto, pero no va a pasar. No va a pasar porque Europa tiene un problema político y otro de mentalidad mu básica. Me explico.
El problema político está muy claro: burocracia y lentitud para tomar decisiones, falta de poder central de verdad para temas vitales (fiscalidad, banca ..) … Todo esto es bastante obvio después de la crisis financiara.
Pero el problema de verdad es el de mentalidad. Al europeo medio no quieren que lo toque lo suyo: su trabajo seguro, que su empresa no se deslocalize, que las profesiones liberales siguan regulares, que el gobierno protega las grandes empresas nacionales …
Es decir, es un entorno anticompetitivo a nivel local, a nivel nacional y a nivel europeo. Si a eso le sumas las fronteras linguísticas … No veo que vaya a cambiar nada.