Leímos esta noticia la semana pasada. Después de los excesos de deuda viene la resaca de embargos. Si bien en EEUU existe la posibilidad de que el hipotecado salde su deuda con el banco devolviendo las llaves de la casa, hasta hoy, en España, un banco tiene derecho a subastar la casa que posee en hipoteca y seguir exigiendo la deuda al individuo si no recupera todo. De ahí el hito que marca este fallo (que no es firme).
¿Aún nos preguntamos por qué las hipotecas en España son baratas? Veamos el binomio rentabilidad vs riesgo. ¿Quién tiene el riesgo aquí? Parece que hoy todo el riesgo lo asume… el individuo.
La distribución del riesgo en España se apalanca sobre la misma figura: el endeudado
En cambio, la cultura lo marca todo en España. No vemos el riesgo de la hipoteca.Nos atamos de por vida, toda nuestra estructura, y lo único que vemos es el valor de la propiedad, aunque sea a costa de la propiedad de nuestros propios logros.
Esto nos lleva a un apalancamiento económico y financiero de cuantía elevadísima. Una persona deja de impagar su casa no porque sea lo que más desea… sino porque es lo único que puede hacer para no quedar sin el resto de su activo, presente y futuro. Pero este apalancamiento, esta explotación del hipotecado, debe romper físicamente en determinado punto de tensión, en el que la palanca quiebra. ¿Será con un desempleo del 25%? ¿del 30%? Quizás estemos lejos, pero desde luego existe un punto en el que la deuda, incluso la hipotecaria, se impaga, y en el que no hay familia o nómina que te permita seguir devolviendo el dinero al banco.
Otro ejemplo de potencial punto de ruptura. Cierto banquero español dijo una vez: «si una persona te debe un millón de pesetas, el problema lo tiene la persona. Si un millón de personas te deben un euro, el problema lo tiene el banco».
Estamos ante un Cisne Negro clarísimo. La probabilidad de que, incluso habiendo impagos, la gente deje de pagar la hipoteca es mínima. Pero el impacto cuantificado de este apalancamiento es astronómico. Esta diferencia entre probabilidad y cantidad es lo que el sistema de mercado no mide bien. Pero al menos seamos conscientes del riesgo, aunque no lo sepamos medir.
Dejemos claro que España no es tan diferente de EEUU. La palabra clave que sostenía todo allí era «equity- home positivo», es decir, que el «capital inmobiliario» que representa tu casa siempre sube, por lo que podían refinanciar la hipoteca anualmente para ir bajando las cuotas futuras. Aquí confiamos en que el valor de tasación (el capital o equity home) siempre cubriría nuestra deuda. Pero puede que no sea así.
Es por todo esto que me decanto por pensar que el fallo de este juez de Navarra apunta en las consecuencias adecuadas: la reducción al incentivo de la deuda hipotecaria vía elevación de precios de los préstamos hipotecarios.
Recordemos que el problema de España se acepta hoy por hoy que es la deuda privada, no la pública (nota: atención merecen los avales públicos).
Sólo así llegaremos al momento en que primemos al alquiler, demos incentivos a la movilidad geográfica de los jóvenes de este país y abramos los ojos a la percepción del riesgo a los agentes que realmente son capaces de comprenderlo: los bancos.
Para los que defienden que una reducción del riesgo que asumen las personas elevaría los incentivos a hipotecarse, valga la siguiente aclaración práctica: no dudemos de que si un banco carece de los incentivos adecuados, no nos dará un préstamo, aunque nosotros, personas, estemos deseando solicitarlo.
Análisis aparte merece la forma del fallo de este juez, apoyándose en un juicio moral por encima de la legislación presente. Lo cual parece cuanto menos criticable, débil … y sobre todo peligroso.
Conclusión
Hoy los individuos tienen todo el riesgo en un hipoteca. En cambio, asumamos sea por cultura, no lo ven. Y esto es la clave: las personas no lo ven, y no lo introducen en el precio. Luego, o aceptamos una nueva legislación, o seguiremos ofreciendo un producto con riesgos ocultos a los individuos, quienes no dejarán de comprarlo.