Una de las principales claves del progreso radica en el emprendimiento, especialmente en sectores con gran capacidad de crecimiento, que innovan y establecen servicios que pueden satisfacer una necesidad a la población. Hay muchos países en el mundo pioneros en el campo de las startups, con programas claros en los que captar talento y hacer que se beneficien sus ciudadanos.
Y aunque no sea una de las economías más punteras del mundo, la número 39, Chile se ha mostrado al frente gracias a su fantástica incubadora. Está invirtiendo ahora para tener un mejor futuro y adelantarse a otros estados.
En el caso contrario está España, hasta hace poco una de las 10 primeras economías (retrocedida tras la crisis) pero de las más importantes en la UE, cuyos presupuestos anuales apenas destinan dinero a este campo. No se invierte en I+D+i ni en el progreso. Además es uno de los países con más trabas para poder montar una empresa, así como impuestos que ahogan al empresario. Es también difícil contratar trabajadores pues las cotizaciones salariales son altísimas. Hay que generar unos ingresos muy elevados para tapar todos los gastos de funcionamiento.
Pese a ello 2015 se cerró como el año de más financiación para las Startups en España con 500 millones de euros, cifra que sorprende por ser el doble que hace un par de ejercicios. Pero comparada con el ámbito global todavía es muy escasa. Y siempre bajo el paraguas del ámbito privado.
La gente tiene grandes ideas y muchos apuestan por convertirlas en realidad a través de empresas. Pese a todos los obstáculos burocráticos y fiscales que existen, se aventuran a triunfar, a llevar adelante sus sueños. Pero la realidad es no es fácil seguir continuando el camino, y por eso acaban cerrando. Se cometen errores muy comunes, los cuales tarde o temprano acaban por lastrar demasiado. Normalmente están relacionados y se producen todos a la vez, pero con que uno de ellos salga a la luz, ya se estará entrando en un riesgo que puede ser letal.
Numerosas personas tienen éxito con sus startups mientras otras se quedan en el camino sin saber muy bien el porqué. Por eso es mejor conocer de antemano lo que te vas a encontrar y así aprender de ello. De esa forma es mucho más fácil tener éxito como emprendedor en un mundo cada vez más competitivo.
1.- Cuestionar todos los pasos que se dan
Emprender en un proyecto puede generar miedo. Con todas las trabas que aparecen antes de emprender incluso es normal tener cierto temor por lo que deparará el futuro. Hay numerosas variables desconocidas que pueden aparecer mientras avanzas, aunque se tenga todo proyectado paso a paso. Es fácil dudar de todo según van apareciendo los retos, cuestionarse si se están haciendo las cosas bien, si ha merecido la pena llegar hasta ahí.
Pero no hay que temer, siempre con valentía y mirando hacia delante. Las personas que emprenden y tienen éxito no tienen miedo al fracaso. Pueden cometer errores, todo el mundo sin excepción los hace, pero los afrontan. Antes de conseguir un proyecto de éxito también dejaron varios por el camino, pero eso no les importó para seguir continuando con su sueño. Si los propios miembros de la empresa no tienen confianza en lo que hacen, ¿por qué deberían hacerlo los inversores y clientes? Y por eso hay que proyectar una imagen de seguridad, de creencia, para que los demás sigan acompañando en el trayecto. Proyectar confianza y positivismo hace que se contagie, creando mejores lazos profesionales. Cuando existen dudas es bueno recordar que otros lo hicieron. Si ellos pudieron, no hay ninguna razón para que tú no puedas.
2.- Acaparar más de lo que se puede
No hay mejor sensación que cuando se obtiene el primer cliente importante. Es un gran momento y la empresa merece felicitarse a si misma por ello. El problema que una vez obtenido se intenta ir demasiado rápido para acomodarse lo antes posible. Buscando el símil deportivo se suele decir que es una carrera de fondo y no un sprint. Además cuando corres de forma veloz tienes el riesgo de perder el equilibrio.
Y éste es uno de los factores más comunes que llevan al cierre a muchos proyectos empresariales. Les falta paciencia, saber manejar los tiempos. Hay un tiempo de aceleración, pero casi nunca es al principio, pues ese período es más para establecerse y ver si se puede consolidar la idea.
Algunas compañías también tienen prisa por destacar, sin pesar que el proceso es lento. Establecen el cierre a los cuatro o cinco meses de haber comenzado, por no tener los resultados que esperaban. El éxito podría haberles llegado al cabo de un año pero no tuvieron la resistencia suficiente para esperar. Esa impaciencia quema demasiado y acaba lastrando todo el emprendimiento.
Acaparar de más también significa no controlar las finanzas e invertir en cosas innecesarias, muchas veces para dar una imagen externa. Esto se centra especialmente en la adquisición de alta tecnología para todos los empleados, especialmente los directivos, así como vehículos de alta gama. Al principio hay que ceñirse a lo estrictamente necesario que permita crear y poner en marcha proyectos.
Es importante tener un plan de acción donde se marquen los objetivos de la empresa. Saber en todo momento qué proyectos pueden ser realizados y cuáles no. Hay que ser realistas y no aceptar trabajos que no pueden ser acabados con las características actuales de la compañía. Ya llegará el momento de que así sea. Hay que entender en todo momento donde están los límites.
3.- Falta de presencia en Social Media
Es irritante ver habitualmente a emprendedores que evitan las redes sociales. No utilizan ninguna estrategia de marketing digital para expandirse y captar clientes. Se trata de una forma sencilla de alcanzar miles de personas a través de las numerosas plataformas que hay a disposición de todos. La empresa debe crear una cuenta asociada a la marca y en un canal que sea adecuado a los productos y servicios que vende. Hay que ser consistente y generar contenido de valor, que aporte a los usuarios.
Por eso hoy en día los encargados del departamento de marketing así como los community managers juegan un papel transcendental. Las redes permiten mostrar una imagen más cercana, sin aparentar ser un robot o esa multinacional que sólo busca el dinero a costa de sus clientes. Se cometen fallos y ahí están los usuarios para comentarlos, para que aprendamos de ellos y sirva de lección de cara al futuro.
La viralidad es clave pues si la creación de un post que llegue a la gente puede hacer que traspase numerosas barreras, llegando a personas que hasta entonces no conocían al empresa o no se mostraban favorables a los productos y servicios ofrecidos. Además siempre se crea el efecto de que si una marca le gusta a una persona entonces debe tener algo bueno. Un juego psicológico estupendo que ayuda a ganar notoriedad y repercusión.
También es la mejor manera para que la compañía se muestre al exterior y así inversores y clientes puedan conocerla mejor. Tener una buena comunicación en las redes sociales así como una página web dinámica e intuitiva, llevará a que se tenga un mayor interés. No hay que ocultar nada y siempre claros, para que todo el mundo sepa en todo momento cual es el estilo que se ofrece.
Se ven muchos emprendedores usar las redes sociales de una forma incorrecta. Suelen postear unos pocos post en LinkedIn o twittear cada cierto tiempo y esperar resultados instantáneos. Incluso se equivocan en el nicho, pues no todas las plataformas tienen el mismo tipo de audiencia. Suele tardar un tiempo en despegar pero cuando lo hace el producto final es excelente. Con todo nunca debe centrarse todo el esfuerzo económico en este aspecto, es una herramienta más que ayuda mucho.
4.- Esperar hacer todo por cuenta propia
Emprender y comenzar con un negocio requiere la ayuda de las demás, tan simple como eso. Nadie construye un imperio solo. El individualismo no lleva a ninguna parte. Normalmente en los medios vemos una figura, la mente brillante detrás de todo. Se trata de un líder, y como buen gestor sabe rodearse de las personas adecuadas para llevar sus ideas al éxito. Y más cuando una compañía se expande y resulta más difícil controlar todas las áreas de negocio.
Es cierto que el emprendedor y los trabajadores tendrán que estar mucho tiempo en la oficina, dejando de lado horas de ocio que podrían disfrutar con amigos o familia, todo por una recompensa mayor. Incluso no cobran, sacrifican su sueldo para que la contabilidad no se vea comprometida hasta que se produzca el despegue que eleve el nivel general.
Es importante crear lazos y obtener apoyo siempre que sea necesario. Y esos vínculos pasa por tener un buen trato con todo el equipo directivo y trabajador. Nadie se lleva bien con todas las personas del mundo, siempre existen opuestos y choques de ideas. Pero hay que saber razonar y valorar de forma fría, no dejándose llevar por impulsos. Las equivocaciones ocurren y también buenas ideas pueden ser mejoradas por otros.
En la industria donde se opere es clave seguir estas pautas. Puede que sean miembros de la competencia pero los líderes de ella ayudan a crecer, a ver sus puntos fuertes y mejorar. No copiar, pues la imitación lleva al fracaso. Inspirarse, ver donde se puede provocar un mayor desarrollo y crear un modelo único, diferente, que se distinga entre los demás. La compañía se lo va a trabajar al máximo, pero los vínculos empresariales permiten crecer y mejorar.
5.- No dejarse aconsejar
Es algo relacionado con el punto anterior ya que ir de forma independiente sólo puede significar un fracaso. No es malo tener una persona con mayor experiencia en el mundo empresarial pueda asesorar y aportar consejos. Puede que incluso no tenga nada que ver con la industria pero seguro que, si es la persona adecuada, tiene las habilidades necesarias para gestionar equipos o puede dar valor en asuntos financieros o de recursos humanos.
Los buenos argumentos pueden llegar a través de alguien de la propia compañía. Muchos empresarios se enfadan cuando alguien les dice lo contrario a su opinión aunque sea de buenas forman. No aceptan que alguien de menor rango les pueda decir que se han equivocado o que están tomando un rumbo que no es el más adecuado en ese momento. El diálogo es básico y no entrar en disputas personales. Tomar la respuesta con educación y valorar igualmente si es buena o mala. Nunca un empleado puede ser rebajado por tener sus propias ideas.
Para muchos emprendedores es difícil romper el hielo cuando acaban de empezar. No hay que tener miedo por hablar a otras personas que realizan la misma tarea o por concertar una reunión informal para conocerse. Incluso utilizar las redes sociales para establecer contacto. Es sorprendente la cantidad de respuestas positivas que se obtienen.
Sobre el autor:
Alejandro García, Editor de Geekpunto