Hace poco Xavier Marcet citaba un libro, La necesidad del Caos, que me resultó atractivo. Y como siempre hay que seguir a los maestros, pedí el libro a mis amigos de Empresa Activa y me dispuse a devorarlo. Sin duda se trata de un libro interesantísimo, ameno y provocador, pero que sobre todo incita a la reflexión propia. He de reconocer que éstos son mis libros preferidos, no tanto los que te muestran una metodología o una teoría inalterable (que los hay muy buenos) como los que te dejan la puerta abierta a la propia reflexión y a la propia interpretación de lo leído.
Y el caso es que, a raíz de pasar por esa puerta abierta, me puse a reflexionar. Y reconozco que ponerse a pensar en el caos tiene su aquél, porque es como tratar de sistematizar lo que por naturaleza no lo es, tratar de dar un cierto orden al desorden. Vamos, fascinante.
El primer impulso que tengo al tratar de profundizar en un tema es buscar en la Wikipedia, y no me digan que no seguimos con la paradoja: utilizar el primer proyecto global de ordenar el caos del universo, La Enciclopedia (o su tataranieta, la Wikipedia), para iniciar la comprensión (¿o será incomprensión?) del Caos. Y buscando buscado encontramos la entrada Teoría del Caos, que dice:
La teoría del caos es la denominación popular de la rama de las matemáticas, la física y otras ciencias (biología, meteorología, economía, entre otras) que trata ciertos tipos de sistemas complejos y sistemas dinámicos muy sensibles a las variaciones en las condiciones iniciales. Pequeñas variaciones en dichas condiciones iniciales pueden implicar grandes diferencias en el comportamiento futuro, imposibilitando la predicción a largo plazo. Esto sucede aunque estos sistemas son en rigor determinísticos, es decir; su comportamiento puede ser completamente determinado conociendo sus condiciones iniciales.
Y es aquí cuando trato de diseccionar el caos y su relación con la innovación (a ver si lo consigo).
Sistemas complejos
No parece que el caos pueda existir en sistemas simples. Los sistemas con pocos elementos y/o relaciones simples no tienden al caos porque el orden es relativamente sencillo de conseguir. Y esto es interesante porque esa complejidad o sencillez del sistema depende de dónde ponemos el foco del análisis. Pensemos en una empresa pequeña, con una estructura sencilla, pensemos en un emprendedor, en un autónomo. La gestión interna parece relativamente fácil, ¿pero y la relación con el mercado? ¿Y la incorporación de actores, relaciones y modelos?
Tendemos a simplificar los sistemas, evitando en lo posible ir a un análisis que no podemos controlar, pero en realidad lo que estamos haciendo es falsear la realidad. Cuando un emprendedor viene con una idea y trata de desarrollarla, en muchas ocasiones busca inconscientemente la simplicidad, ya sea por desconocimiento o por incompetencia. ¿Buscar una necesidad? Para qué, ya tengo yo una idea brillante. ¿Analizar la complejidad del mercado? Qué va, ya he hecho una segmentación por edades. ¿Revisar mi modelo de negocio para ver alternativas? No, yo ya tengo modelo de negocio. Y esto se podría decir igualmente de muchas empresas ya establecidas.
Vivimos en sistemas complejos donde ni lo blanco es siempre blanco ni lo negro es siempre negro. Hace poco Jordi Évole, al que admiro, presentó un programa de Salvados sobre las fábricas de ropa en el tercer mundo titulado Fashion Victims. Ese programa fue un claro ejemplo de manipulación, al reducir la complejidad de datos, relaciones, impactos, beneficios, perjuicios, necesidades y deseos a una relación entre un primer mundo colonial y abusón y un tercer mundo bondadoso y sometido. Y esta simplificación es una forma de falsificación.
Sistemas dinámicos
Y si la complejidad es complicada, lo es más cuando la unimos a la inestabilidad del cambio. Ya no es que nos cueste analizar un sistema estático por su complejidad, es que además esa complejidad va cambiando con el tiempo, y a veces a mucha velocidad. Así, del mismo modo que tendemos a simplificar los sistemas, tendemos a obviar el factor tiempo en nuestros análisis. ¿Cómo analizar un sistema cuya complejidad depende de la interconexión que hay entre sus miembros y eso hace que cualquier pequeño cambio genere potencialmente un cambio sistémico cuando pasa un poco de tiempo?
El dinamismo de los sistemas tiene elementos positivos puesto que permite que tengan una gran capacidad de adaptación al entorno cuando éste cambia (resiliencia), pero al mismo tiempo nos genera la inseguridad de la comprensión y de la gestión. Y no es sólo que las personas cambiemos de gustos y necesidades, es que la tecnología, y fundamentalmente las TIC, están acelerando ese cambio de una manera exponencial, afectando directamente nuestra capacidad de respuesta. Por eso me parece fundamental, como dije en su momento, cambiar el enfoque de las empresas y la innovación y en lugar de trabajar con “empresas innovadoras”, hacerlo con “empresas que están en condiciones de innovar”.
Sistemas inestables
Y si a eso le sumamos que pequeñas variaciones de las condiciones pueden generar grandes cambios futuros, el modelo es básicamente un caos. Porque la inestabilidad está produciendo que sectores aparentemente estáticos sufran cambios drásticos en muy poco tiempo. Pensemos en el impacto que está teniendo la llamada (a veces de manera impropia) economía colaborativa en algunos sectores. Pensemos en el impacto que está teniendo AirBnb en el sector hotelero. Si analizamos este sector desde las clásicas 5 Fuerzas de Porter observamos que antes existía cierta estabilidad al tener una fuerte barrera de entrada a nuevos competidores. Y es comprensible, puesto que requería de un fuerte desembolso en inmovilizado (el edificio del hotel) o bien de un valor de marca muy fuerte y reconocible (en aquellas cadenas que han optado por la gestión sin propiedad). Pero de pronto entra un actor nuevo, en poco tiempo, aprovechando estrategias como la larga cola, la economía colaborativa y la bajada de costes que supone Internet y el uso de plataformas online. Y rompe el mercado en pocos años.
Básicamente una página web está cambiando las reglas de un mercado de miles de millones de euros. Ahí es ná, como diría aquel.
¿Genera o no genera este entorno caos? Pero es que además hay otros elementos que conviene analizar cuando hablamos de caos.
Caos e incertidumbre
¿Quién nos asegura en este entorno complejo, dinámico e inestable que el mercado va a tener las mismas reglas dentro de un par de años? Cada vez menos el éxito de nuestros proyectos depende de nuestros conocimientos actuales, y cada vez más de nuestra capacidad de adquirir nuevos conocimientos. Las universidades siguen fijando saber, cuando lo que deberían hacer es acompañar ese saber con herramientas de adquisición y adaptación.
Yo ya no soy partidario de los planes de marketing y los planes de empresa, creo que no son útiles, soy más partidario de las acciones estratégicas, que no son lo mismo. Debemos diseñar nuestras organizaciones para que sean capaces de solventar la incertidumbre mediante la proyección de escenarios y la capacidad de adaptación a los cambios. Sin eso difícilmente vamos a ser relevantes y sostenibles.
Caos y productividad
Ahora bien, en un entorno inestable y de cambio, ¿cómo medimos la productividad? ¿Cómo definir siquiera el concepto de productividad cuando aparecen nuevos modelos de negocio en los que incluso los clientes ejercen de trabajadores o forman parte de la cadena de valor? Pensemos en las empresas abiertas y en los modelos de innovación abierta.
Además, en un entorno dinámico e inestable, en el que la adaptación continua es una necesidad, ¿cómo podemos estar seguros de que estamos midiendo la productividad en el momento adecuado? ¿Cómo no pensar que hemos de tener en cuenta esos periodos de adaptación? ¿Cómo no tener en cuenta que los picos y valles de productividad pueden deberse a motivos exógenos?
Caos y medición
Y lo mismo ocurre, por supuesto, con la medición. ¿Qué medimos, en qué momento, bajo qué criterios? ¿Hemos de entender que no todo es medible? Yo creo que no, que no todo es medible, y que incluso una entrega absoluta a la medición para el análisis de resultados y de la excelencia de un proyecto es un error, porque posiblemente no tendrá en cuenta el momento, el entorno, la tendencia, y se centrará en lo medible, lo tangible. Las empresas no son sólo eso, y las empresas en un entorno de cambio, en un entorno de caos, menos.
Al final uno se da cuenta de que el caos tiene un componente subjetivo. Lo que es caótico para mí no lo es para ti. Si alguien observa mi biblioteca la verá como una acumulación caótica de libros, pero para mí tiene un sentido, un modelo que es propio y adecuado.
A partir de aquí uno se pregunta, ¿cómo puedo utilizar el caos para la innovación? Aunque la pregunta correcta tal vez sería, ¿cómo no utilizarlo? Pero esto lo dejo para el próximo artículo.
2 Comentarios
Para innovar, fundamental el caos inteligente y manejado
no hay proceso de innovacion ordenado
Francisco Lozano
Gracias por el artículo Juan, muy interesante el tema del caos. Escribí yo hace unos meses un artículo al respecto que espero te resulte de interés. https://www.linkedin.com/pulse/three-body-problem-chaos-innovation-%C3%A1lvaro-urech
Quedamos a la espera de la continuación y, desde luego, buscaré el libro que comentas…