En las democracias modernas, los gobiernos disponen de un cierto capital político para administrar a lo largo de cada legislatura. Este capital se agota cuanto más lejos están las medidas que el gobierno toma respecto a lo que prometió durante la campaña, y la congelación de las pensiones y de los sueldos de funcionarios es sin duda la medida que más puede erosionar dicho capital político.
El problema no es trivial, ya que los agentes se encuentran en estos momentos dilucidando la forma del futuro sistema laboral, pero el gobierno ya no dispone del capital político que tenía hace sólo dos años. ¿Hasta qué punto podrá el gobierno apoyar medidas impopulares?
Lo realmente preocupante de esto es que el gobierno puede haber agotado parte de su capital político en balde. Si no observamos un repunte de la inflación hasta final de año, la congelación de pensiones y sueldos de funcionarios podría tener una repercusión muy limitada sobre el déficit estructural del sector público español. La UE apuntaba hacia un 1,3% de inflación a principios de año y FUNCAS mantenía dicha predicción para España, a pesar de que la inflación subyacente internanual se encuentra en estos momentos en el -0,1%.
Este no es el único argumento a favor de una mayor inflación en España. Como ya comentamos en Sintetia, la respuesta de la recaudación pública ante los incrementos nominales en el PIB ha sido históricamente elevada (ver entrada completa aquí). Si los mecanismos de transmisión de la masa monetaria a la economía real no funcionan, la Zona Euro podría continuar sumida en una anemia de precios que inhibiría la depreciación real de las deudas.
En vilo por la reforma laboral
Esta es la circunstancia política en la que el gobierno ultima los detalles de la reforma laboral. El resultado final de la misma puede acabar no agradando a nadie. Si finalmente se limita a una rebaja del coste del despido a los 33 días, los sindicatos se sentirán definitivamente traicionados por un gobierno supuestamente afín pero el efecto real sobre los incentivos del sistema laboral será muy limitado. El mercado laboral necesita una reforma mucho más profunda que sea capaz de:
- Incentivar la movilidad. El sistema actual fomenta lo contrario, lo cual es una auténtica traba a cualquier intento de cambio del modelo productivo.
- Mejorar los mecanismos institucionales ante la pérdida de un empleo. Este aspecto ha sido ampliamente debatido en Nada es Gratis por Samuel Bentolilla (Flexiguridad ampliada).
El desgastado capital político del gobierno es el difícil contexto para las reformas. Si éstas no prosperasen, resultaría aún más difícil bajo un hipotético gobierno de la oposición, mucho menos afin a los sindicatos. Por todo ello, no estaría mal que la inflación no hiciera irrelevantes las fuertes medidas tomadas para combatir el aumento del déficit estructural.
Abel Fernández